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Un amor no correspondido: Gustavo Bolívar se lanza por la Presidencia sin el guiño de Petro

El político y libretista renuncia al Departamento de Prosperidad Social para participar en las elecciones del 2026, pero se topa con el desplante del presidente

Gustavo Bolívar
Santiago Torrado

Las aspiraciones presidenciales de Gustavo Bolívar (Girardot, 59 años), el saliente director del Departamento de Prosperidad Social, no son un secreto. Tampoco su iración por el que todavía es su jefe, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, al que ha declarado su amor en público. Pero los sentimientos del exsenador y libretista no son correspondidos por el mandatario, a juzgar por el inesperado regaño que le dedicó el viernes durante un evento del Gobierno en la convulsa región del Catatumbo. “Rompo el orden del día porque no me parece que sea así, Gustavo Bolívar y otros compañeros. Primero, porque los que ya renunciaron, renunciaron. No se puede confundir eso”, dijo Petro tras interrumpir el acto, inmediatamente después de la intervención del que ha sido uno de sus escuderos más leales, cercanos y elogiosos. “Persona que renuncie porque tiene una aspiración, ya se va”, añadió. Su salida hasta entonces, aunque esperada, no era oficial.

“Lo mejor es que nos demos un tiempo…”, posteó Bolívar el fin de semana en sus redes sociales, en un alarde de gracia. “El presidente cree que si tengo aspiraciones políticas ya no debería estar hablando en actos oficiales. Pero sigo siendo funcionario hasta el 16 de mayo, y hasta ese día seguiré trabajando”, explicó este lunes en una extensa entrevista con Blu Radio sobre la carta que presentó el 30 de abril, y que se hará efectiva este viernes, como lo había pedido. Petro todavía no tiene un candidato, pero cree conveniente que sea alguien que pueda tender puentes con otros sectores, explicó Bolívar, que suele distinguirse por su franqueza. El guiño se hace esperar. “Yo quiero hablar con el presidente, no me quiero ir así”, se sinceró. Petro se encuentra esta semana en un viaje a China para estrechar las relaciones comerciales. “Este proyecto es más grande que cualquier nombre. Si me toca cargar la maleta de otro, lo haré por el bien del progresismo”, aseguró, sin desistir de su propia aspiración.

Con la confirmación de su renuncia como director del DPS, la entidad encargada de entregar los subsidios sociales, que tiene rango ministerial, sigue la desbandada de funcionarios con aspiraciones presidenciales en los comicios de 2026. “En los casi catorce meses que permanecí al frente de esa valiosa entidad pudimos, junto con mi equipo, cumplir sus instrucciones de llegar a los rincones más recónditos, excluidos y abandonados de Colombia, para llevar amor, bienestar y prosperidad a nuestros compatriotas más pobres y necesitados”, escribió Bolívar en su carta. La firma a pocos días de que se cumplan los plazos para no incurrir en una inhabilidad, a finales de mayo.

Bolívar era parte del grupo de funcionarios más a la izquierda del gabinete que se mostraron inconformes con el regreso al Gobierno de Armando Benedetti, el ahora ministro del Interior. El todavía director de Prosperidad Social ventiló sus críticas en el primer Consejo de Ministros transmitido en televisión nacional en febrero, y también intercambió dardos con la canciller, Laura Sarabia, pero matizó su postura con elogios a Petro. “Si sacrificamos tantas cosas es porque amamos este proyecto, lo amamos a usted presidente. Yo a usted lo amo”, dijo entonces ante las cámaras. “Por usted hasta el último día estaré aquí defendiendo este proyecto”, agregó. Después de aquel Consejo de la discordia, Bolívar no llegó a dar un paso al costado, como sí lo hicieron varios de sus compañeros en ese sonada crisis ministerial.

Seducido por su buena posición en las primeras encuestas de cara al 2026, Bolívar decidió su salida del Gobierno, y ahora aspira a ser el candidato presidencial del Pacto Histórico, aunque una parte de la izquierda lo observe con recelo e incluso lo considere un candidato inviable después de su fallida aspiración por la Alcaldía de Bogotá. El regaño presidencial le añade un lastre considerable. “La candidatura de Bolívar solo podía ser viable si era el más claro representante de Gustavo Petro, como lo veían sus seguidores. La descalificación pública por parte del presidente, lo aleja de esa posibilidad”, apuntaba este fin de semana el periodista Daniel Coronell en su columna de Los Danieles.

No es un político convencional. De orígenes humildes, Bolívar escribió y adaptó a la televisión hace casi dos décadas una serie que fue un éxito mundial, Sin tetas no hay paraíso. Se hizo millonario y se fue a vivir a Miami, pero después incursionó en la arena electoral de la mano del hoy presidente. En 2018 llegó por primera vez al Senado, y en 2022 encabezó de nuevo las listas de Colombia Humana, el partido político que creó Petro –y que precedió al Pacto Histórico, la variopinta coalición de izquierdas que lo respalda–. A pesar de su notoriedad dentro de la bancada oficialista, renunció a finales de ese año. Argumentó necesidades económicas y regresó fugazmente a su trabajo como guionista de novelas. En 2023, se lanzó como candidato del Pacto Histórico a la Alcaldía de Bogotá, la capital que el propio Petro gobernó hace una década. Su campaña naufragó al punto de acabar en un distante tercer lugar, por detrás del alcalde Carlos Fernando Galán y, sorprendentemente, también de un político con menos experiencia electoral, el economista Juan Daniel Oviedo.

A pesar de ese descalabro electoral, el presidente Petro repescó a Bolívar hace poco más de un año para dirigir el DPS, encargado de entregar los subsidios sociales que podían granjearle apoyos, lo que desató más de una crítica dentro y fuera de la izquierda. Una eventual candidatura de Bolívar pasa ahora por superar a otros potenciales aspirantes dentro del petrismo, los sectores progresistas e incluso el centro. Esos competidores incluyen a la senadora María José Pizarro, también muy cercana a Petro, al punto de que fue la encargada de ponerle la banda presidencial en la ceremonia de posesión, o Roy Barreras, un astuto operador político que presidió el Congreso en el arranque del Gobierno y acaba de renunciar como embajador en Londres, entre otros. Ninguno de ellos ha sufrido un desplante similar.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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