La crisis de Ecopetrol sacude la economía colombiana
El escándalo por la auditoría de una firma estadounidense impacta la reputación de una empresa que aporta entre el 12% y el 15% de los ingresos fiscales del país


La crisis de Ecopetrol, la mayor compañía de Colombia, supone un caso delicado y un escollo incierto para el futuro de la economía colombiana. Basta con recordar que la empresa aporta alrededor del 12 o 15% de los ingresos fiscales del país. Ahora se suma un escándalo reputacional. Se trata de la filtración a la prensa de una millonaria auditoría externa contratada sin el visto bueno de la junta directiva para evaluar el impacto de los líos judiciales del hasta ahora gerente, Ricardo Roa, en el rendimiento de la petrolera.
La acción de Ecopetrol, de mayoría estatal, se ha despeñado en los últimos cinco años un 19%. Una pérdida de valor que el docente y economista de la Universidad Javeriana Andrés Giraldo etiqueta de “dramática”: “Es un reflejo de cómo el mercado interpreta las palabras del presidente [Petro]. Hay un desprecio por su Gobierno corporativo. La OCDE ha llamado la atención a sus países , como Colombia, para que haya un respeto por la independencia de este tipo de empresas públicas”. Recuerda, así mismo, que el mandatario se reunió en la tarde del miércoles con los siete de la junta directiva en el palacio presidencial: “Si desde la cabeza del Estado se evidencia un menosprecio por las normas de gobernanza, la Bolsa reacciona”.
Juan Carlos Echeverry, expresidente de la petrolera, argumenta que el escándalo actual es apenas una escaramuza al lado del daño dejado por el deterioro en el capital humano de la empresa: “Se está socavando la calidad de las decisiones. Están debilitando el futuro de grandes negocios y el golpe se va a sentir en unos cinco años, cuando ya no estén los responsables de hoy”. El exministro de Hacienda se refiere, por ejemplo, a la decisión de la empresa de no sumarse a un acuerdo de explotación con la Oxy conocido como Oslo, en la cuenca de Permian (Texas): “Era como patear un penalti en la final de un mundial. Era un contrato que aportaba 60.000 barriles diarios y 200 millones en reservas”.
El asunto está anclado a las políticas de descarbonización del Ejecutivo. Desde que llegó al poder en agosto de 2022, Gustavo Petro ha repetido como un mantra sus críticas a las energías fósiles. Sin ir más allá, suspendió la firma de nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos. A su juicio, a pesar de que la huella de carbono de Colombia es mínima, el país debe desengancharse en el acto de su dependencia del crudo. Dentro de su propuesta, sin embargo, no ha detallado el cuadro para reemplazar un negocio cuyas ventas al exterior suman el 39% de las exportaciones totales. El presidente, repiten los observadores, no ha explicado aún cómo va a reemplazar una de las gallinas de los huevos de oros en las últimas décadas.
Parece que los problemas fiscales del Gobierno, con un déficit en el límite, de poco han servido frente a los reclamos de diversos expertos para que el proceso de transición energética sea gradual. “Las finanzas públicas se van a ver más afectadas. Si le va mal a Ecopetrol, le va mal al Estado colombiano. Sospecho que el mercado ya había descontado la situación de la gerencia de la petrolera. Ahora vamos a ver el impacto macroeconómico. No en vano, el Ministerio de Hacienda anunció este jueves que el anticipo de retención en la fuente de 2026 para 2025 se aplicará a partir del 1 de junio. Esto también le va a pegar a Ecopetrol, que tiene sus propios problemas de caja”, explica Giraldo.
Echeverry publicó en 2023 un libro titulado Salvar a Ecopetrol (Planeta). En sus páginas ya se anticipaban los cielos turbulentos: “En la actualidad, Colombia se suma a otros países escépticos del petróleo. Un país que hasta los años sesenta del siglo XX dependió del café, y que en ese entonces adoptó atractivos contratos de asociación, atrajo inversión e hizo megadescubrimientos [de petróleo]”. El bum de las materias primas de principios de siglo impulsó de manera notable la economía colombiana. El PIB por habitante entre 2003 y 2014 aumentó 3,1% al año, una tasa récord en esta historia. Aquella bonanza también permitió financiar programas sociales y atrajo inversión extranjera.
No cabe duda de que la llegada del primer Gobierno de izquierdas en la Colombia moderna ha supuesto un dilema existencial para la empresa. Echeverry señala en su libro que las acusaciones de la supuesta cooptación por parte de grupúsculos de contratistas, sindicatos u otros sectores no son nuevas. Sí lo es, en cambio, la fricción entre los empleados antiguos y la llegada de nuevos alineados con los intereses del petrismo, en contra del fracking, o a favor de cierta línea de activismo ambiental. Todo esto ha agudizado, dicen, el sentimiento de incertidumbre. Y el clima, enrarecido sin duda, se ha oscurecido a raíz de numerosos relevos abruptos en renglones clave. Cambios sensibles para un gigante que en 2023 se ubicó entre las 10 más valiosas de Latinoamérica, según el escalafón confeccionado por la consultora Brand Finance.
Mientras quedan varios cabos sueltos por resolver en el escándalo de la auditoría externa estadounidense, la confianza de la compañía pasa por sus horas más bajas en años. Una realidad que se reflejará en la economía: “En el precio de la acción, pero también en las tasas de interés que le cobran los acreedores al país. Y ojo, en los bonos del Tesoro de Colombia. Pero a Ecopetrol hay que salvarla con frecuencia”, sentencia Juan Carlos Echeverry. Una tarea que no se anticipa ni fácil ni breve.
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