El director de ‘La Prensa’: “Rosario Murillo siente envidia porque seguimos siendo el diario de los nicaragüenses”
Juan Lorenzo Holmann analiza en entrevista con EL PAÍS la reacción del régimen ante el premio de la Unesco concedido al periódico que dirige y el exilio forzado de la Redacción del diario


La “copresidenta” de Nicaragua, Rosario Murillo, pasó tres días encolerizada por el Premio Mundial a la Libertad de Prensa que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) entregó al diario La Prensa el pasado 3 de mayo. Emitió un comunicado cargado de epítetos envenenados contra el periódico y la agencia de Naciones Unidas; siguió los insultos en su alocución diaria retransmitida por televisión, hasta el punto que su Gobierno retiró a Nicaragua de la organización. Su argumento fue considerarla “promotora, y evidentemente cómplice, de una acción que ofende y agrede los valores más profundos de la identidad y cultura nacional nicaragüense”.
“El Diario La Prensa representa la traición a la patria, precisamente por ser un medio que ha promovido y respaldado violencia, injerencia, crímenes de odio, crueldad, anticultura y antivalores, a lo largo de su Historia. Un medio al servicio y la promoción y defensa de Ocupaciones e intervenciones militares y políticas norteamericanas en Nicaragua”, agregaba el comunicado firmado por la copresidenta.
Juan Lorenzo Holmann, director general de La Prensa, cuenta a EL PAÍS que lo que más le sorprendió de la cólera de Murillo fue la decisión de retirar a Nicaragua de la Unesco. Excarcelado político y desterrado en Estados Unidos, Holmann reconoce que se trata de un Gobierno dirigido por Daniel Ortega y su esposa, pero no duda que Murillo fue la que más se molestó por el premio otorgado a la redacción confiscada y cuyos periodistas –todos– están en el exilio. Es que la “copresidenta” tuvo una relación, en el pasado, muy cercana a La Prensa: fue parte del diario como secretaria de Pedro Joaquín Chamorro, el histórico director del rotativo que fue asesinado por la dictadura somocista en 1978.
“Rosario siente envidia por La Prensa, porque no ha dejado de ser el diario de los nicaragüenses”, resume Holmann a EL PAÍS. “Envidia de ver cómo La Prensa, a pesar de todo lo que ella le echa con la represión y la propaganda, sigue siendo vista como el diario de los nicaragüenses y los nicaragüenses la reconocen como tal. Los nicaragüenses quieren a La Prensa y no a la Rosario”, asegura el director.
De acuerdo con Holmann, Murillo sabía desde antes del reconocimiento porque, por protocolo, la Unesco tiene que avisar previamente a sus . “Entonces le avisaron a ella. ¿Qué pasó entre el jueves y el sábado? No te sabría decir. Viendo la respuesta de ella en su alocución y en la carta oficial, me imagino que estuvo tratando de torcerle el brazo a la Unesco para que no diera el premio y se revirtiera la decisión. Si lees también lo que dice la Unesco en su comunicado es que ellos no escogieron a La Prensa, sino que fue un de jurado internacional el que ha decidido otorgarle este reconocimiento a la Prensa, el diario de los nicaragüenses”, relata el excarcelado.
Reinvención periodística
En agosto de 2021, la Policía Nacional allanó y confiscó la redacción del diario La Prensa, el más antiguo de Nicaragua, bajo acusaciones de “defraudación aduanera” que nunca fueron sustentadas judicialmente. La operación marcó un punto de quiebre en la escalada represiva del régimen de Ortega y Murillo contra la prensa independiente. Desde entonces, las instalaciones del periódico fueron ocupadas por agentes estatales y transformadas en un centro de formación oficialista, mientras sus periodistas tuvieron que exiliarse o enfrentar procesos penales. Esos mismos periodistas, dice Holmann, son los que hoy, ante dificultades económicas, echan a andar la publicación digital desde diversos países, entre ellos Costa Rica, México y Estados Unidos.
“El equipo que tenemos es sumamente pequeño en comparación a como era anteriormente. Todas las personas que son parte del equipo son muy comprometidas y, gracias a ellos, a esa testarudez, a ese apostolado que ellos han decidido practicar, es que seguimos adelante”, narra Holmann. “Hay responsabilidades y sacrificios que tenés que hacer para poder seguir adelante con ese compromiso y pagarles a tus colaboradores. Trabajar desde el exilio es una cosa sumamente difícil… Nos hemos tenido que reinventar completamente. Antes teníamos una serie de ingresos. Por ejemplo, nuestra imprenta comercial era un factor muy importante de la parte financiera y que ayudaba a que tuviéramos todo el personal variado que teníamos. Pero todo fue confiscado”.
Para dar una idea, antes de su confiscación, La Prensa era un diario conformado por más de 400 personas, sin meter agencias de distribución, distribuidores y voceadores. Ahora, en la actualidad, son menos de 50 personas. Una redacción de 125 periodistas que hoy es de 18.
“Así como La Prensa perdió todo, yo perdí todo también después de salir de la cárcel… Me quitaron todo. Yo vine desterrado a Estados Unidos sin nada. Gracias a Dios pudo salir mi esposa de Nicaragua y mis hijas estaban ya fuera. Nos reunimos afuera, pero cada quien aquí hace su esfuerzo por salir adelante. Hago otras cosas además de esto [dirigir La Prensa], para poder subsistir, salir adelante, pagar las facturas que a diario llegan”, asegura Holmann. “En el tema del medio, la parte más difícil es, efectivamente, cuando vos tenías una empresa que generaba más dinero del que estabas gastando. Todo es felicidad. Todos quieren estar ahí y al final del año hasta repartía dividendos, que dicho sea de paso, La Prensa repartía el 10% con todos los colaboradores. Ahora, ¿qué dividendos? Eso no existe. Entonces La Prensa pasó de ser una sociedad anónima con fines de lucro a ser una fundación sin fines de lucro. Podríamos decir que el único lucro que buscamos es restablecer la democracia en Nicaragua. Volver a Nicaragua a reconstruir Nicaragua, aportar para que Nicaragua vuelva a ser república”, agrega.
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