Brasil entierra al PSDB, el partido que durante tres décadas fue el gran rival del PT de Lula
La formación de Cardoso prepara su fusión con otra sigla tras entrar en declive a partir de la irrupción de Bolsonaro


El partido que llevó a Fernando Henrique Cardoso a la presidencia de Brasil (1995-2002), el que durante tres décadas se disputó el poder con el Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva, está a punto de desaparecer. El Partido de la Social Democracia Brasileña prepara su fusión con otra sigla tras languidecer a partir de la irrupción de Jair Bolsonaro, que cambió radicalmente el panorama político de la mayor democracia de América Latina. La reciente fuga de la figura más relevante que le quedaba, el gobernador de Río Grande do Sul, Eduardo Leite, 40 años, es el último clavo en el ataúd de un partido que fue el gran antagonista del PT desde el fin de la dictadura hasta que, en 2018, Bolsonaro sacó del armario a la derecha más conservadora y con ella ganó aquellos comicios.
Cardoso, el hombre que en los noventa logró domesticar los precios con el Plan Real y acabar con la hiperinflación que martirizaba a los brasileños, llevó al PSDB a lo más alto. Dos veces le ganó las elecciones presidenciales en primera vuelta. El expresidente, de 93 años, está retirado de la vida pública, pero durante la pandemia aún daba entrevistas y participaba en actos por videollamada. Sin él, los tucanos perdieron a su principal símbolo porque dejó el poder pero siguió participando muy activamente del debate público como político e intelectual. Los líderes y simpatizantes del PSDB siempre han sido conocidos en Brasil por el nombre del ave con la que comparten los colores.
Con la creciente polarización alimentada por el escándalo de corrupción Lava Jato y la pujanza de la derecha más extrema, el PSDB fue quedando desdibujado, perdiendo su identidad. Una vez acabó su monopolio del antagonismo frente al Partido de los Trabajadores, ya no estaba claro si era socialdemócrata —la etiqueta que Lula siempre reclama para sí—, si era liberal, conservador o qué rayos. Si en su apogeo llegó a sumar casi 130 escaños, ahora tiene diez veces menos representantes entre las dos Cámaras.
El PSDB fue fundado en 1988, tres años después del fin de la dictadura, en São Paulo, que con el estado homónimo fue siempre emblema y feudo de los tucanos. El progresivo declive quedó en evidencia incontestable en las últimas municipales, en octubre de 2024. Su candidato a alcalde de la metrópoli, José Luiz Datena, un presentador del programas de televisión de sucesos, sacó menos del 2%. Para mayor escarnio, no logró un solo concejal. En las últimas elecciones a gobernador de São Paulo, en 2022, su aspirante ni siquera logró ir a la segunda vuelta en unos comicios que ganó el bendecido por Bolsonaro, Tarcisio de Freitas, un antiguo militar que nunca había disputado una elección y ahora gobierna el motor económico de Brasil.
Una de las fugas más llamativas fue la de Geraldo Alckmin, que a los 72 años es vicepresidente de Lula. Gran figura del PSDB, fue dos veces gobernador de São Paulo. Pero, con el partido en franco retroceso, en cuanto Lula lo sondeó como número dos para formar un frente amplio contra Bolsonaro, no se lo pensó dos veces. Aceptó de inmediato. Dejó la sigla en la que militó 33 años y en un santiamén abrazó el proyecto político del que hasta hace nada había sido su principal rival.
Alckmin y el gobernador Leite son rara avis en un país donde cientos de políticos cambian de partido como de chaqueta y que tiene incluso una ventana de fichajes para que los diputados cambien de sigla. Militó en el PSDB toda su vida, desde que se afilió a los 16 años. Pero la imparable caída en la irrelevancia del partido choca con las ambiciones presidenciales de un político que se presenta como la renovación desde un centro escorado a la derecha. Hace unos años, el gobernador de Río Grande do Sul hizo público que es homosexual y presentó públicamente a su pareja, un pediatra. Brasil en general, y su electorado en particular, lo asumieron con absoluta naturalidad pese al conservadurismo imperante.

El día que oficializó su salida del PSDB y su incorporación a la nueva sigla, Leite se refirió con estas palabras a su cambio de hogar político: “Las circunstancias del escenario político y electoral, tanto en Río Grande do Sul como en Brasil, exigen nuevos caminos”. Llevaba mucho tiempo coqueteando con la idea de la mudanza hasta que se decidió a dar un paso que otros del partido dieron antes.
Buena parte de los antiguos cargos del PSDB se han instalado en el Partido Social Democrático (PSD), que pese a lo parecido del nombre con el PSDB es una de las tantísimas formaciones brasileñas sin poso ideológico ninguno. El principal activo del PSD es su líder, Gilberto Kassab, probablemente el hombre más poderoso en las entretelas de la política brasileña. Un tipo que prefiere el segundo plano y es un perfecto desconocido para la inmensa mayoría.
La decadencia del PSDB comenzó tras las elecciones de 2014, cuando Aecio Neves perdió frente a Dilma Rousseff por tres puntos. El tucano clamó fraude, cosa que no era cierta, como el propio partido itió años después. Neves es de los pocos que sigue fiel a la sigla. La formación, que empezó este 2025 con tres gobernadores, ya ha perdido dos. Leite y la jefa del Gobierno de Pernambuco, Raquel Lyra, que también marchó a la sigla de Kassab. Al partido del expresidente Cardoso le queda aún un gobernador, el de Mato Grosso do Sul, pero su presencia en la política nacional es nulo. Y todo parece indicar que seguirá los pasos de sus correligionarios.
Lo que queda del PSDB ha decidido fusionarse con una formación llamada Podemos. Certificada queda la defunción de un partido que fue central en la política brasileña del cambio de siglo.
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