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Los argentinos despiden al papa Francisco partidos entre la tristeza y la indiferencia

En los barrios más pobres de Buenos Aires lloran la pérdida del Pontífice que les abrió las puertas de la Iglesia; otros critican su rol político o se muestran simplemente ajenos a la noticia

Fieles en  la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé, en la Ciudad de Buenos Aires, 21 de abril de 2025.
Mar Centenera

El argentino Jorge Bergoglio nunca volvió a casa como papa Francisco. Su país natal lo despidió este lunes con la tristeza de un reencuentro ya imposible y dividido sobre su legado. El Gobierno argentino decretó siete días de luto. El presidente, Javier Milei, suspendió toda su agenda oficial y se preparó para volar a Roma. Los partidos de fútbol fueron aplazados, en los colegios católicos se guardó un minuto de silencio, las redes se llenaron de mensajes de duelo y las iglesias abrieron sus puertas para recibir a los fieles. Buenos Aires, la ciudad que vio nacer al Pontífice hace 88 años, fue el epicentro de los homenajes en el país sudamericano, pero muchos de sus habitantes siguieron con la rutina ajenos a una noticia de relevancia mundial.

Un hombre dibuja la imagen del papa Francisco en las calles de  Buenos Aires.

El barrio de Flores, en el oeste de la capital, lamentó la pérdida de su hijo pródigo más que ningún otro. Algunos vecinos llevaron flores a la casa en la que dio sus primeros pasos y también al confesionario de la cercana basílica de San José en el que Bergoglio sintió el llamado de la vocación sacerdotal. Con el tiempo fue obispo, arzobispo y finalmente Papa, el primero latinoamericano de la historia, en 2013. “Para mí fue un padre, me salvó la vida”, asegura Sebastián Morales, un argentino de 37 años que era un adolescente adicto a la pasta base cuando conoció a Bergoglio. La Iglesia católica es a menudo el último muro de contención de los jóvenes con problemas de consumo de drogas, en especial en las familias más humildes. “Él fundó hogares en los que dan un lugar, un plato de comida y ayuda espiritual y médica a muchos chicos que tienen problemas de consumo, como yo tuve. Él era amor para todos, el Papa de los pobres, del pueblo”, lo describe Morales con la voz entrecortada por la emoción a las puertas de la basílica.

En esa iglesia se celebró esta tarde la ceremonia más multitudinaria en honor al Papa. Los asistentes compartían un sentimiento de orfandad por haber perdido a un ser querido al que sentían como parte de la familia. “Nunca vamos a olvidar lo que hizo por nosotros y por todo el mundo, nos quedamos huérfanos, estoy muy triste”, dice Norma López, jubilada que recuerda las misas que oficiaba allí y el consuelo que le ofreció tras perder su casa en la crisis de 2001.

Vista del mural del papa Francisco, Lionel Messi y el Padre Carlos  en la Villa 31, en Buenos Aires, el 21 de abril de 2025.

Su memoria está viva también en las barriadas más pobres de Buenos Aires. Francisco, que pidió sacar a Cristo de la sacristía y ponerlo en la calle, predicaba con el ejemplo cuando era arzobispo de la capital argentina. Algunas, como la villa 21-24, las recorrió pasillo a pasillo y muchos de sus habitantes guardan hacia él un agradecimiento infinito. Es el caso de los fieles de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, situada en uno de los extremos de esa villa. Su párroco, el padre Toto, saludó durante toda la mañana a los vecinos que se santiguan o se frenan a rezar frente a la imagen del Papa. “Es un día triste, pero ahora tenemos un aliado en el cielo para continuar con su legado: una Iglesia que no deje a nadie atrás”, dice este cura villero. Hubo un goteo incesante desde primera hora, pero la misa celebrada tras la puesta de sol fue multitudinaria.

Bergoglio viajaba desde Flores hasta el centro de Buenos Aires en la línea A de subte, la más antigua de la ciudad. La primera —o última— parada es la Plaza de Mayo, donde está la sede del Gobierno argentino y también la Catedral, que este lunes marcó el camino a los demás templos católicos del país. En su exterior, algunos creyentes encendieron velas al pie de una de las columnas y colgaron rosarios, flores, mensajes e incluso banderas de San Lorenzo, el club de fútbol del Papa. Puertas adentro, una imagen del Pontífice recibía al río de visitantes a la entrada, sobre la pila bautismal, y otra acompañaba al arzobispo Jorge García Cuerva frente al altar. “Se murió el padre de todos, un padre se preocupa de todos los hijos y quiere que haya lugar para todos, especialmente para los más frágiles [...]. Se nos fue el Papa de los pobres, de los marginados, de los que nadie quiere”, dijo García Cuerva durante la homilía matinal, celebrada en una catedral desbordada y con varios asistentes conmovidos hasta las lágrimas.

Llamados a la unión de los argentinos

El arzobispo de Buenos Aires pidió a los argentinos que tomen al Pontífice como ejemplo a la hora de no discriminar a nadie y dejen de lado las diferencias para sacar adelante a un país golpeado por crisis económicas recurrentes. “El mejor homenaje que le podemos hacer a Francisco es unirnos, tender puentes y dejar de enfrentarnos”, subrayó. Sus palabras revelaron uno de los argumentos esgrimidos por Francisco a sus conocidos para mantenerse lejos de Argentina: temía que su visita se usase políticamente y aumentase la grieta existente a su pesar.

Una de las imágenes del día que evidenció la polarización de la sociedad argentina fueron los abucheos contra la vicepresidenta, Victoria Villarruel, a su salida de la basílica de San José de Flores. Villarruel asistió a la misa vespertina junto a políticos de distinto signo político, pero la armonía se rompió al pisar la calle. Algunos de los presentes insultaron a la vicepresidenta y corearon uno de los cánticos popularizados en las marchas contra la dictadura —”como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”— en repudio a la defensa que hace Villarruel del terrorismo de Estado.

Fieles rezan y lloran en parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé.

¿Un Papa peronista?

Buenos Aires y las provincias del centro y sur del país son menos religiosas que las del norte argentino, donde la Iglesia católica tiene una gran influencia. En la capital, parte de la población no perdona al Papa su supuesto vínculo con el peronismo y lo acusa de ser un actor político que se movió en las sombras durante años. “Mejor me reservo mi opinión. No fue el Papa de todos los católicos, sino un peronista hijo de remilputas”, dice un taxista en el centro de Buenos Aires. Otro asegura que como buen argentino le gustaba el mate, el fútbol y la política. “No hay dudas de que era peronista, quizás fuera no lo saben y no entienden por qué acá algunos no lo quieren”, argumenta.

Bergoglio siempre sostuvo que nunca estuvo afiliado al partido peronista. “Ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira”, dijo en el libro El Pastor (Ediciones B, 2023), producto de largas conversaciones con los periodistas Sergio Rubin y sca Ambrogetti. “Mis escritos sobre la justicia social llevaron a que se dijera que soy peronista. Y en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?”, se preguntó, como para cerrar definitivamente el tema.

Pese a las diferencias, líderes de todo el arco político argentino lamentaron la muerte del pontífice, entre ellos el presidente, Javier Milei. Antes de dar el salto a la política, cuando era un economista conocido por sus apariciones en programas televisivos, Milei dirigió graves ataques a Francisco, a quien tildó de “zurdo hijo de puta”, “imbécil” y “representante del maligno en la casa de Dios”. Tras ser elegido presidente, Milei se disculpó y se reunió con el Papa, pero la desconfianza mutua nunca se borró del todo. “A pesar de diferencias que hoy resultan menores, haber podido conocerlo en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor para mí”, escribió Milei en un tuit temprano que fue tapado enseguida por una nueva catarata de mensajes contra economistas y periodistas que predijeron que el precio del peso caería tras eliminar el cepo cambiario, algo que hasta ahora no ha ocurrido.

Velada a las afueras de  la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, el día 21 de abril de 2025.

La muerte del Papa fue motivo también de sentidos homenajes de referentes sociales y deportivos, en especial de San Lorenzo. Incluso desde el Vaticano, el Papa mantuvo la pasión por el club de su infancia y recibió allí a directivos y aficionados. “De Jorge Mario Bergoglio a Francisco, hubo algo que jamás cambió: su amor por el Ciclón”, escribió el club cuervo en las redes sociales. “¡Adiós, gracias y hasta siempre! ¡Estaremos juntos por la eternidad!”, lo despidió San Lorenzo. Su número de socio, el 88235, se viralizó con rapidez por una asombrosa coincidencia, que algunos interpretaron como una señal divina: Francisco tenía 88 años y murió a las 2.35 de la madrugada de Argentina.

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Sobre la firma

Mar Centenera
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Antes trabajó en la sección Internacional de Público, fue enviada especial en Afganistán y Filipinas, y corresponsal de la Agencia Efe en Yakarta y Buenos Aires. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
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