Marcelo Simonetti, escritor: “En Chile nos relacionamos con el migrante a partir de la ignorancia en vez de la curiosidad”
El autor de ‘Los migrantes’, premiado en abril en la importante Feria del libro de Bolonia, cuenta cómo un hecho ocurrido en 2021 en el norte chileno lo empujó a abordar la migración con los ojos de los niños y niñas


El 25 de septiembre de 2021, una marcha antiinmigrantes a la que asistieron unas 5.000 personas, en la ciudad de Iquique, en el norte de Chile, acabó con una gran fogata en la que fueron quemadas las escasas pertenencias de un grupo de venezolanos sin techo: incendiaron sus tiendas de campaña, colchones, ropa, juguetes, pañales y carritos de bebé. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y el entonces relator especial sobre los derechos humanos de los migrantes de la ONU, Felipe González, calificó los hechos como “una inisible humillación”. A más de 1.400 kilómetros de Iquique, en Valparaíso, en la zona central de Chile, el escritor Marcelo Simonetti (Valparaíso, 59 años) fue unas de las miles de personas que observó la escena por los noticiarios, y lo hizo con estupor. Durante varios días meditó sobre el tema, hasta que escribió Los migrantes (Kalandraka), un libro álbum ilustrado por la autora española María Girón, publicado en octubre de 2024 y que a finales de marzo pasado ganó el Premio Orbil en la Feria del Libro de Bolonia, Italia, dedicada a la literatura infantil y juvenil, y otorgado por las librerías independientes a las mejores obras del año anterior.
Dice Simonetti a EL PAÍS: “Me pareció indignante que personas que estaban en abierta vulnerabilidad, hayan sido atacadas por una turba de chilenos, que culpaba a este grupo de todos los males del país. La imagen de la quema de los pocos enseres que tenían los migrantes, como los coches y los juguetes, me impactó en sí misma, pero también me recordó otras quemas, como las de libros que hubo en la dictadura”.
Escrito en español, y publicado en italiano, portugués, catalán, euksera y gallego, el libro cuenta la historia de dos hermanos, que podrían ser de cualquier país del mundo, que reciben la noticia de Alicia, su profesora, de que a su clase del colegio llegarán dos migrantes. Migrante es una palabra que nunca habían oído. Y con una mirada sin prejuicios, pero con inocencia, algo de miedo pero sobre todo curiosidad, comenzaron a preguntarse si acaso se trataría de un tipo de pasteles, “o mascotas como los erizos de tierra o, tal vez, ¡palíndromos! ¿Y si resulta que son espíritus malignos...?”, dice la reseña. El misterio se despeja cuando por fin los conocen. “Se llamaban Etienne y Florence. Nos caímos bien de inmediato”, cuentan los pequeños protagonistas en una de las 40 páginas.
Periodista, guionista y dramaturgo, Marcelo Simonetti es autor de seis novelas, dos libros de cuentos, una biografía —la reciente Tu voz existe junto a Jovana Skármeta sobre el escritor chileno Pedro Lemebel— y 12 álbumes ilustrados. Los migrantes no es la primera obra en la que aborda el fenómeno. En 2021 publicó Caminante (Mis raíces), un cuento —ilustrado por Carolina Undurraga— tan contingente como hace cuatro años, pues se inspiró en las caminatas hacia Estados Unidos: es la historia de un niño que es parte de una caravana y que va migrando en solitario, sin sus padres, junto a un grupo. Arranca así: “Hay días en que sueño que voy en la dirección equivocada. Que llego a un lugar donde nadie me entiende. Un lugar donde todos son extraños. Donde nadie ríe conmigo. Donde nadie cuenta las historias de las que yo me acuerdo. Entonces despierto. Y vuelvo a caminar. Como si quisiera huir de una pesadilla. Como si unos pasos más allá estuviera eso que ando buscando (eso que andamos buscando)”.

A diferencia de Caminante, en Los Migrantes Simonetti explora el punto de vista de quien recibe, precisamente lo que llamó la atención del episodio de Iquique. “Creo que hay deberes y obligaciones del migrante. Pero también de quien recibe a alguien que llega a tu territorio. Y que tiene que ver con relacionarse con el otro, de no cerrarle la puerta y establecer un diálogo y la posibilidad de intercambiar experiencias”. “Cuando escribo este tipo de libros trato de entender a quienes lo van a leer, los niños y niñas, que son sujetos pensantes y reflexivos a los uno puede desafiar en ciertas temáticas que, a lo mejor, desde el adultocentrismo, son complicadas. Pero he llegado a la conclusión que para los niños no son peliagudas, sino que el problema es que son temas que los adultos no hemos resuelto de todo”.
Y explica: “Muchas veces en mi trabajo, en la literatura infantil, me gusta ofrecer a los niños otros mundos posibles, que sueñen con otras realidades. A propósito de la muerte de Mario Vargas Llosa, estuve repasando su libro La verdad de las mentiras, donde plantea que los gobiernos totalitarios le temen a las ficciones porque permiten a la gente soñar con un mundo distinto. Y yo trato de hacer eso: que los niños puedan soñar con otras realidades posibles y no con el mundo que les ha tocado en suerte”, dice el escritor a EL PAÍS en esta entrevista realizada en una cafetería en el municipio de Ñuñoa, en Santiago.
Aunque hoy parece operado de los nervios, tranquilo, Simonetti recuerda que era un niño desordenado al que le gustaba “hacer chistes a cada rato”, y que hoy, de adulto, “algo de ese humor se ha colado en buena parte de mis libros”. Lo dice pues al escribir literatura infantil trata de recuperar, precisamente, el niño que fue. “La mente de los niños es libre, sin cortapisas, con la capacidad de imaginar mundos increíbles. Por eso me interesó desde ahí abordar el tema de los migrantes, pues este es un libro que es para empezar a conversar sobre la migración”.
Explica que en Los migrantes trabajó sobre tres motores: la ignorancia, la curiosidad y el miedo. “Nosotros nos relacionamos con el migrante a partir de la ignorancia. Porque somos tan normados, y tan homogéneos en esta sociedad, y en Chile, que cualquier cosa que se salga de la norma nos genera un tipo de alerta. Primero está la ignorancia respecto de lo que nos afecta, y esa ignorancia de no conocer al otro nos lleva, precisamente, al miedo a lo distinto. Y eso genera lo que hemos visto: discursos de odio y acciones violentas. Lo que yo propongo en el libro es relacionarnos con el diferente, con el migrante, desde el punto de vista de la curiosidad o del interés”.
Y añade: “En Chile tenemos la idea de que es el migrante el que debe adaptarse a la lógica chilena. Y si bien eso es importante, también lo es que uno trate de entender al otro. Tal vez la empatía es un concepto que está un poco manoseado, pero es súper necesaria en la relación cotidiana con el otro”.
La empatía y la solidaridad es un tema que Simonetti ya había abordado en Las rayas del tigre (SM), que en 2019 obtuvo en Chile el Premio Marta Brunet. Y que, tal como Los migrantes, nació de un sentimiento de “indignación”, pero que doblegó en un emotivo relato infantil. “Me cuestioné cómo es posible que a nuestros niños y niñas se les ofrezca la competencia como la única forma de relacionarse con el otro. Entonces escribí este cuento con la idea de recuperar el ejercicio de la solidaridad”.

Así es como inventó la historia de un tigre que llega a una ciudad, la selva de cemento, y se encuentra con otros animales (humanos) que tienen problemas. Y para ayudarlos se va sacando de a poco sus rayas: a un señor que está triste le hace una flor y una niña que perdió dos cuerdas de su violín, se las reemplaza. “Eso, hasta que se queda con una sola raya y se pregunta si con una sola sigue siendo el mismo tigre curioso y noble que emprendió la aventura. Al final, decide hacer un sacrificio mayor y entregarme a mí su última raya para que la convierta en una historia”, dice Simonetti en un soleada mañana del otoño en Santiago.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
