María Olivia Mönckeberg y su libro sobre el poder evangélico en Chile: “Se les ha hecho muy clara la necesidad de integrarse a lo político”
La periodista lanza ‘En el nombre de Cristo, el poder evangélico en Chile’ (Debate), donde aborda el trabajo que realizan en terreno y en los medios de comunicación


La Premio Nacional de Periodismo, María Olivia Mönckeberg (81 años, Santiago), autora de libros como El Imperio del Opus Dei en Chile y Karadima, el señor de los infiernos, sobre el sacerdote símbolo de los abusos sexuales en la Iglesia Católica chilena, lanza la próxima semana En el nombre de Cristo, el poder evangélico en Chile (Debate). Tras una profunda investigación de años, ahonda en las creencias y prácticas de una religión con la que se identifica un 18% de la población, más de tres millones. Lo publica en un año electoral, donde el Partido Social Cristiano, una formación ultraconservadora vinculada a las iglesias evangélicas, lleva como candidata presidencial a la diputada sca Muñoz.
En el living de su casa en Las Condes, en el sector oriente de la capital, la autora comenta que le impresionó mucho que en las elecciones de 2021, los pastores de las iglesias evangélicas pentecostales -cerca del 80% del total- llamaban a los feligreses, particularmente en la región del Bíobio, a votar por el republicano José Antonio Kast, de la ultraderecha. Sobre lo que ocurrirá en noviembre, señala con cautela que es “una noticia en desarrollo”.
Pregunta. Usted aclara que dentro del mundo evangélico existe mucha diversidad y que en Chile, además, existen particularidades. ¿Cuáles son?
Respuesta. Una de las primeras cosas que llamó la atención es la gran cantidad de iglesias pentecostales. Desde que se aprobó la Ley de Culto en 1999 se han inscrito miles. No existe un papa ni un obispo evangélico o pentecostal que represente a todos. En la mayoría de los países es así, pero acá es muy marcado. En una iglesia, si tienen diferencias con el pastor, crean otra, algunas en el salón de una casa. Y así han ido proliferando en estas primeras décadas del siglo XXI. Tienen un nivel de actividad religiosa mucho mayor que la de un católico, por ejemplo. Tienen ceremonias, que yo llamo cultos, escuelas dominicales para niños y jóvenes, actividades sábados y domingos, pero también en la semana. Todo eso hace que su formación y mensaje tenga más posibilidad de propagarse y desarrollarse.
P. En el libro señala que el auge se ha dado, en gran parte, en las zonas donde ha dejado de estar presente el Estado.
R. Es muy impresionante y se ve muy claramente en toda la región del Biobío. La desindustrialización, la disminución del rol de los sindicatos, la falta de apoyo del Estado ha hecho justamente que las personas busquen un apoyo y una cercanía. El trato en las ceremonias y encuentros es muy familiar. Hay muchísimo trabajo también en las cárceles, y ahí, nuevamente, nos encontramos con ese espacio que deja el Estado porque no puede, porque no quiere. Me llama mucho la atención que se hable tanto de achicar el Estado, cuando yo creo que al revés, hay mucho espacio que el Estado no ha estado ocupando por diferentes razones, fundamentalmente económicas. En los sectores más necesitados, más populares, la caída de la Iglesia Católica también influye. Antes había mucho más labor comunitaria y eso ahora tampoco está.
P. ¿Y su trabajo en el terreno político?
R. En los evangélicos, y sobre todo en algunos grupos, se ha hecho muy clara la necesidad de integrarse a lo político, cuestión que antes no era así. Sobre todo los pentecostales consideraban que era mundano, incluso hasta demoníaco, pero hay un momento en que deciden que hay que comprometerse. Han estado creando algunos centros de pensamiento para formar dirigentes políticos y se observa con la creación del Partido Social Cristiano (PSC), con unas raíces que son de comienzos de este siglo, como es el caso de las Águilas de Jesús, la vertiente principal del PSC. El líder actual fue electo alcalde de Concepción, Héctor Muñoz, y su esposa, la diputada sca Muñoz, es candidata presidencial. Ella también integra la bancada evangélica en el Congreso.
P. ¿En qué momento decidieron involucrarse en política? ¿Qué estaba pasando en Chile?
R. Ellos se plantan contra lo que llaman la ideología de género. Un hito fue cuando se aprobó el matrimonio igualitario con Sebastián Piñera [en 2021]. También ha sido importante para ellos el fin del binominal en 2015 [un sistema electoral que se reemplazó por un mecanismo que permite la entrada de fuerzas minoritarias al Congreso]. Entonces, son anti-ideología de género, incluyendo aborto, anti-eutanasia, anti-matrimonio igualitario, y en general, uno podría concluir, aunque no te la van a decir así, anti-feministas. Sobre todo los que han estado en política. Uno no lo podría generalizar a todas las iglesias evangélicas, menos a las tradicionales, porque hay una posición distinta en la luterana, por ejemplo.
P. Y con esas posturas empezaron a converger con los católicos y apareció José Antonio Kast.
R. Exactamente. La votación de Kast en las presidenciales de 2017, particularmente en las regiones donde prendieron más las posiciones de los evangélicos, como la del Biobío, es mucho más alta proporcionalmente. También en Ñuble, la Araucanía y otras partes del sur. Kast, siendo católico militante del movimiento Schoenstatt, propició la formación del Frente Social Cristiano [pacto entre el Partido Republicano y el Partido Conservador Cristiano en las parlamentarias de 2021]. Algunos evangélicos iban en esas listas y todo. Ahora no se ha visto tan evidente la relación porque los evangélicos crearon su propio partido. A mí me impresionó mucho, sobre todo en Biobío, cuando me decían que los pastores los llamaban a votar por Kast. En las iglesias pentecostales, pero también en las adventistas.
P. ¿Cómo es ahora el vínculo de estas iglesias cristianas evangélicas con la ultraderecha en general?
R. De alguna manera, en el libro lo dejo como noticias en desarrollo. Habría que reportear más en terreno, desde la política, para saber exactamente dónde están, porque es muy diverso ahora. Están los dos germanos, Kast y [el libertario Johannes] Kaiser. No creo que sca Muñoz llegue a la segunda vuelta, pero es probable que se mantenga como candidata a la primera y habrá que ver cuáles son los pactos. Los evangélicos metidos en política marcan a otros porque, aunque uno no sea de la misma iglesia, están representando los mismos valores y naturalmente van a estar más cerca de la ultraderecha.
P. Además de hacer comunidad en terreno, ¿cómo es su presencia en los medios y redes sociales?
R. Yo quedé bastante impresionada con el pequeño estudio que hicimos con la cantidad de radios evangélicas en todas las regiones, literalmente de Arica a Punta Arenas. Se han metido en muchas emisoras y en las asociaciones que las dirigen. Es un trabajo que hacen clarísimo, de influir en todo. No es el trabajo comunitario en sí, sino que cómo, a través de eso, van introduciendo el discurso religioso.
P. El sociólogo Germán Lagos decía en el libro que los evangélicos ahora apuntarán a la clase media y alta y a los colegios y universidades.
R. Creo que tiene razón en el sentido de que uno ya ve iglesias pentecostales en Las Condes, Ñuñoa, Providencia. Ya no es solo en sectores más populares, en la población rural. Es posible que haya una búsqueda de influir más allá de lo que ha sido lo tradicional. En la educación, pasan dos cosas. Universidad como tal existe solamente la adventista. La Iglesia Católica sigue siendo el principal sostenedor de las universidades. En los colegios hay adventistas, metodistas, luteranos, que son bastantes más abiertos en todas las líneas. Pude identificar muy pocos pentecostales. Puede que sea porque los pastores no tenían formación y estaban más alejados del mundo.
P. ¿Y se están metiendo a niveles estudiantiles en las universidades?
R. Se están metiendo a niveles estudiantiles. Por ejemplo, las Águilas de Jesús, que partieron en la Universidad de Concepción, que había sido de izquierda, donde fue dirigente Miguel Enriquez, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en 2001 eligieron al primer presidente de federación evangélico, que era de las águilas. Ahí fue cuando vi por primera vez letreros en la universidad que decían Acércate a Jesús y me impactó muchísimo. También están en la Universidad de Santiago, en la Universidad Católica de Concepción. Y por lo menos yo también he visto carteles en el campus de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Chile.
P. Ha habido varios casos sonados de mal uso de los fondos en las iglesias evangélicas. ¿Con qué impresión se quedó de la istración del dinero?
R. Hay falta de fiscalización y regulación. Es casi universal el diezmo [donar el 10% del salario]. Y es muy fuerte porque es un impuesto más. En fieles de escasos recursos y también de grandes. Por ejemplo, en la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, mormona, que sí tiene gente más acomodada, el 10% puede ser mucha plata. Y les exigen el certificado de pago para entrar al templo. La ofrenda es como la colecta católica, y el diezmo se lo entregan personalmente al pastor o a su ayudante. Es posible que en las iglesias, probablemente las más pobres, les den facilidades de pago o no todos paguen, pero ellos sienten la obligación moral de hacerlo.
P. ¿Y quién controla lo que se hace con el dinero?
R. Ahí viene la cosa. En la iglesia bautista me explicaban que tienen control interno y le pagan un sueldo al pastor. Pero otros casos, como el que se vio en la catedral de Jotabeche, el pastor tenía como 30.000.0000 de pesos al mes [unos 32.000 dólares]. Después han tratado de hacer algo para ordenar las finanzas, pero me pregunto cómo. En esta generalidad de los pentecostales, alguien instala una iglesia en el living de su casa. Gracias al diezmo, hace una ampliación. Luego de un año, logra hacer una iglesia, que no paga contribuciones. Y después ¿qué hacen con la plata? Para mí es una pregunta, porque no hay instancias que regulen. Incluso la politóloga Danissa Contreras, la primera que empezó a estudiar a los evangélicos en política, instala un tema que ha estado mirando en Latinoamérica, que son las narco iglesias. Puede pasar.
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