Cuando los nazis se interesaron por si Franco era judío
Un diplomático boliviano que tradujo ‘Mein Kampf’ denunció ante la Alemania hitleriana al futuro dictador por sus supuestos orígenes. “Se intentará hacer más averiguaciones en esta dirección”, dice un documento hallado por el historiador Marc Navarro


La Alemania nacionalsocialista sentía curiosidad por los orígenes y el carácter de Francisco Franco, el general que lideraba el bando golpista en la Guerra Civil en España y al que Berlín brindaba ya un apoyo militar inestimable. Era finales de 1936. Así que, cuando un diplomático boliviano irador de Adolf Hitler ó con las autoridades alemanas para señalarles que su aliado español sería “judío”, el régimen antisemita que perpetraría el Holocausto tomó nota con interés.
“En aras de la importancia, el informe anterior se tramita sin que hasta la fecha haya sido posible verificar su exactitud”, se lee en un documento sellado en la Oficina II 112, encargada de investigar y perseguir a judíos en el llamado SD, el Servicio de Seguridad del Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler. El documento, fechado el 16 de diciembre de 1936, añade: “Se intentará hacer más averiguaciones en esta dirección”.
No se sabe si Himmler o el jefe del SD, Reinhard Heydrich, dieron continuidad al señalamiento del diplomático boliviano, que se llamaba Federico Nielsen-Reyes y había sido el traductor de la primera edición en español del libro de Hitler, Mein Kampf (Mi lucha). Pero el documento, hallado en el Archivo Federal de Berlín por el historiador Marc Navarro (Barcelona, 35 años) refleja la obsesión del régimen nazi y sus simpatizantes por la cuestión racial. Y pone de relieve las contradicciones en las que podía colocarles, en sus relaciones internacionales, el fanatismo antisemita.
En 1936, la Alemania de Hitler ya aplicaba las leyes raciales contra los judíos. Faltaban dos años para el pogromo de noviembre de 1938 y unos más para que se pusiera en marcha plenamente la llamada solución final y el asesinato sistemático de seis millones de judíos europeos. Al mismo tiempo, como explica el historiador Julián Casanova en la biografía Franco (Crítica, 2025), los nazis habían elegido a Franco, desde unos días después del golpe del 18 de julio contra la II República, como su interlocutor privilegiado entre los generales sublevados en España.

“Las autoridades del Tercer Reich que negociaban con Franco el préstamo de material de guerra le presionaban desde finales de agosto para que tomara las riendas”, escribe Casanova. No tardó en ocurrir. En el otoño de 1936 fue nombrado jefe de Gobierno del Estado español y Alemania reconoció a los golpistas como Gobierno legítimo de España. Berlín ya había entregado aviones de guerra, armamento y munición que servirían para el primer asalto a Madrid, y envió a España al grupo de combate conocido como la Legión Cóndor.
Si hubiese sido cierto lo que señalaba Nielsen-Reyes, que Franco era judío, ¿cómo habría podido Hitler sostener la férrea alianza con él? El boliviano era un diplomático que ostentó cargos en el olimpismo, estuvo en o con criminales de guerra en América Latina y, en su aspecto más pintoresco, parece un personaje del libro de Roberto Bolaño La literatura nazi en América. Seguramente sabía que, en aquel año decisivo en la historia de España y Europa, tocaba un punto sensible.
“Asunto: General Franco. España”, dice el encabezamiento del documento de la Oficina II 112. Y sigue: “De acuerdo con una información disponible aquí, el señor Nielsen-Reyes, de la misión boliviana en Berlín, sostiene que el jefe del Gobierno nacional español, general Franco, sería judío”. Añade que una noticia de un diario católico suizo “hace la misma afirmación”, según la cual “Franco sería descendiente de los marranos”, el nombre que recibían los judíos conversos sospechosos de practicar en secreto el judaísmo. El documento, firmado con una inicial por un tal “C.”, concluye con el propósito de “hacer más averiguaciones en esta dirección”.
Cuando Marc Navarro descubrió el papel en el Archivo Federal de Berlín, vivió uno de esos momentos eureka que resultan impagables para cualquier historiador acostumbrado a lidiar con áridos documentos burocráticos en tediosas sesiones entre carpetas y microfilmes. Sucedió a mediados de 2023 mientras investigaba para la tesis doctoral que defendió el pasado diciembre en la Universidad de Barcelona, titulada La Embajada de España en Berlín, 1931-1945. “No sé si realmente es inédito o no, tampoco puedo poner la mano en el fuego”, dice, “pero sí es la primera vez que yo he visto u oído hablar de ello”. Dio a conocer el hallazgo durante una conferencia en la misma embajada, el 15 de mayo, sobre Los diplomáticos españoles y la Shoah.
“Cuando lo encontré fue una pequeña alegría, porque son cosas que uno ha leído en otros autores, cosas sobre las que se especulaba, sobre si Franco tenía o no raíces judías, como también se ha especulado durante muchos años sobre si fue o no masón”, explica. “Este documento no prueba absolutamente nada, pero a mí me sirvió para demostrar que, más allá del rumor, más de uno se lo tomó en serio, hasta el punto de, entre comillas, informar o molestar a las SS con el tema.”
Según el análisis de Marc Navarro, lo que pudo suceder fue lo siguiente: “Aunque no lo puedo confirmar, estoy seguro de que [Nielsen-Reyes] escribió o avisó a todas las personas posibles, sobre todo conociendo la bicefalia del Estado alemán entre las instituciones gubernamentales y el partido nazi. En cualquier caso, estoy seguro de que tanto el partido como el gobierno nazis recibieron esta información, de una u otra manera”.
El papel hallado por Navarro documenta una posibilidad que desde hacía tiempo los especialistas contemplaban y citaban en sus obras. En El Holocausto y la España de Franco (Turner, 2022), Enrique Moradiellos escribe: “Ya durante la propia guerra mundial, ese rumor sobre la ascendencia hebrea de la familia de Franco circuló por los ámbitos diplomáticos europeos y llegó a inquietar en algún momento al propio Hitler”. Gonzalo Álvarez Chillida, en El antisemitismo en España (Marcial Pons, 2002), explicaba que, según el periodista e historiador Ramón Garriga, “parece ser que Heydrich ordenó una investigación sobre el tema aunque no dio resultado alguno”.
Federico Nielsen-Reyes, el hombre que transmitió a los nazis que Franco podía ser judío, no era un diplomático cualquiera, sino alguien próximo al régimen en Alemania, el país de su padre. Había nacido en La Paz en 1904. Moriría en Madrid en 1987. “Un nazi de primera hora e integrante de la elite del país andino”, le define Jesús Casquete, de la Universidad del País Vasco, en su estudio La primera edición española de Mein Kampf, publicado en la Revista de Estudios Políticos en 2019.
Casquete establece que Nielsen-Reyes es el autor de la traducción no firmada de Mein Kampf al castellano, publicada en 1935 en Barcelona por la Casa Editorial Araluce y, dos años más tarde, en Ávila por la editorial del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, el partido nazi. Existían versiones de fragmentos de la obra de Hitler, pero esta es la primera autorizada y publicada como libro, aunque en una versión abreviada. En la web de la casa de subastas belga Arenberg, figura un ejemplar original del libro con una dedicatoria suya al industrial boliviano y emisario en París Simón Iturri Patiño, datada de agosto de 1936. “Cuánta falta nos hace en nuestra Patria pensar, sentir y obrar como lo ha hecho en Alemania el gran conductor de este pueblo Adolfo Hitler”, le escribe. Firma como “F. Nielsen-Reyes, traductor del libro”.
Que Nielsen-Reyes era un nazi convencido lo acredita un memorándum que recibió el presidente de EE UU Franklin Roosevelt en 1942, y que también cita Casquete, en el que se le describe como “un gran propagandista nazi en Sudamérica”. Otro autor, el alemán Dieter Maier, indica, en un texto publicado en 2024, que Nielsen Reyes se cruzó en algún momento, seguramente a finales de los años cincuenta o principios de los sesenta, con el criminal nazi Walther Rauff.
Rauff es uno de los protagonistas del último libro del jurista y escritor Philippe Sands, Calle Londres 38. Dos casos de impunidad: Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia (Anagrama, 2025). Tras la II Guerra Mundial, huyó a América Latina y trabajó durante un tiempo para el Bundesnachrichtendienst (BND), los servicios de inteligencia de la Alemania Occidental. Aunque estaba instalado en la Patagonia, sus os llegaban hasta Bolivia. Maier cita un mensaje al BND en el que Rauff escribe, refiriéndose a Nielsen-Reyes y en términos que parecen elogiosos, como si le diese un sello de credibilidad: “Ha traducido Mein Kampf al español. Todavía hoy es un seguidor de HITLER”.
Durante su investigación en el Archivo Federal, Navarro dio con otro documento de la misma época que el de Nielsen-Reyes sobre el supuesto origen judío de Franco. Se trata de una carta fechada el 29 de noviembre de 1936 y dirigida al “muy estimado señor Reichsführer de las SS”. La firma Erich Baumeister, colaborador de Lorenz Mensch, hombre de confianza de Himmler, para quien le preparaba horóscopos de personas de interés.
La carta, de la que ya se había hecho eco hace unos años el periodista Udo Röbel, es difícilmente legible, pero se deduce de ella que informa a Himmler de que se está preparando un “estudio astrológico” sobre Franco. Es conocida la afición de algunos nazis, entre ellos Himmler, por el ocultismo. “Mis observaciones pretenden ser, por supuesto, una declaración totalmente objetiva y no partidista sobre el tema de España”, promete el astrólogo.
“Con el estudio astrológico”, observa Marc Navarro, “ya se ve que [el de Nielsen-Reyes] no es el único documento interesado en la figura de Franco, con sus orígenes o con su futuro más inmediato en el contexto de la guerra”. Tampoco se sabe, en este caso, qué hicieron los nazis con el horóscopo, ni para qué les habría servido. Sobre la denuncia de Nielsen-Reyes, Navarro dice: “No puedo demostrar ni afirmar que se siguiese tramitando”. Pero añade: “No creo que llegasen a ninguna conclusión determinante, porque no creo que fuese posible”. Además, el provecho económico y militar que Alemania sacaba de su relación el bando franquista era tal que “llegados a este punto ya daba igual”.
Fuese lo que fuese lo que la Alemania nazi descubriese tras las cartas de finales de 1936, el apoyo de Hitler a Franco no cesó. La ayuda militar continuó y la Legión Cóndor bombardeó Gernika en abril de 1937. En mayo de 1939, al celebrar la victoria en la guerra, Franco llamó a estar alerta contra “el espíritu judaico que permitió la alianza del gran capital con el marxismo”, como recuerda Julián Casanova en su biografía. El dictador se alinearía con Hitler en la II Guerra Mundial, aunque oficialmente España no entraría en combate. El biógrafo recuerda que “los principales jerarcas nazis no valoraban positivamente la beligerancia española, porque la consideraban una carga económica y militar”.
Este fue el contexto de la cumbre Hitler-Franco el 23 de octubre de 1940 en Hendaya, que Casanova describe así: “Hitler no fue a Hendaya a pedir que España entrara en la guerra y Franco le hizo un largo repaso de las reivindicaciones españolas en Marruecos, las pésimas condiciones materiales en que se encontraba el país y la lista de suministros que necesitaba para su intervención militar”. Cuaenta que, terminada la entrevista, Franco comentó a su ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, refiriéndose a los alemanes: “Esta gente es intolerable. Quieren que entremos en la guerra a cambio de nada”. El almirante Wilhelm Canaris, jefe del servicio secreto alemán, consideraba que Franco no era “un héroe sino un pequeño mequetrefe”. Pese a todo, como recuerda Casanova, “Franco no rompió relaciones con el Tercer Reich hasta el 8 de mayo [de 1945]”. Es decir, el día de la capitulación de Alemania.
¿Y Nielsen-Reyes? Si en algún momento, como parece indicar el documento de la Oficina II 112, albergó dudas sobre Franco, cambió de opinión. El profesor Casquete cita en su artículo el prólogo de la segunda edición en castellano de Mi Lucha, publicada en Ávila en 1937. El diplomático boliviano escribe que, en España, “el Generalísimo Franco sostiene denodada lucha para salvar a su glorioso pueblo de la garra comunista”. Si existió un caso sobre el judaísmo de Franco, pronto quedó archivado.
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