Sabastian Sawe y Tigst Assefa se imponen en un maratón de Londres sin récords
El calor junto al Támesis y la falta de buenas liebres llevaron a los atletas a luchar por la victoria, olvidando las marcas espectaculares


Si el speaker no lo voceó, debería haberlo hecho al anunciar su llegada al Mall, pronunciar un mayestático, “todos en pie, llega un campeón”, cuando el gran Eliud Kipchoge, 40 años, parche de glucosa en el brazo izquierdo, giró en la curva del palacio de Buckingham. El keniano no llegaba el primero, como casi siempre, llegaba el sexto, más de tres minutos después del ganador, pero llegaba, sonriente como siempre, y borraba en su ocaso el dolor del abandono en el maratón olímpico de París. Cruzó la meta y, una forma hermosa de pasar el testigo, la llama del maratón, a sus herederos, abrazó a Jacob Kiplimo, de 24 años, que tampoco había ganado, aunque se le esperaba, y después al ganador, su compatriota Sabastian Sawe, que tiene ya 30 años pero la frescura de un novato. El de Londres, una mañana quizás demasiado calurosa, 18 grados y tanto sol extrañamente a orillas del Támesis, radiante primavera, es solo el segundo maratón en competición de Sawe, también su segunda victoria, y también por debajo de las dos horas y tres minutos (2h 2m 27s), 19 semanas después de su debut impresionante en Valencia, donde ganó con 2h 2m 5s, la quinta mejor marca de la historia.
No hubo récords ni menos de dos horas en Londres, como deseaba el corazón de quienes, aún optimistas, creen que el progreso es una bienaventuranza. Hubo ritmos prudentes. Media maratón en 61m 30s (hombres) y 66m 40s, mujeres. 2h 2m y 2h 15m en el horizonte final. Tanto en hombres como en mujeres -y la etíope Tigst Assefa (2h 15m 50s) se tomó la revancha de París, la curva ante los Inválidos, y Sifan Hassan cerrándola y derrotándola al sprint-, la maratón londinense no fue una contrarreloj, unas liebres y un solista en lucha contra el tiempo, como cuando Kipchoge, solo en su mundo hacía avanzar el récord a grandes pasos, siendo el primero en descender bajo las dos horas dos minutos ya hace siete años. Fue una carrera pura y dura. Las liebres se borraron, quizás acaloradas, camino de la media maratón, en la cuesta del puente pintoresco de la Torre, y quedaron solos, uno contra otro, los campeones.

Assefa fue plusmarquista mundial con un tiempo que se creía inconcebible en su momento (2h 11m 53s, hace año y medio) hasta que la meteórica Ruth Chepngetich dejara al mundo con la boca abierta con sus 2h 9m 56s, en octubre pasado en Chicago. En Londres pretendía, al salir, simplemente batir el récord de la prueba, las 2h 15m 25s de Paula Radcliffe, y, pese a la deserción de las atletas que le marcaban el paso, protegían de la brisa y le proporcionaban compañía y rebufo, mantuvo el ritmo de 2h 14, kilómetros a 3m 10s, hasta el kilómetro 30. Después, bastante tuvo con ganar. Fue una carrera de desgaste, no de ataques ni cambios de ritmo. Hassan dijo adiós en el puente. Resistió el ritmo de Assefa, sufriendo, la keniana Joyciline Jepkosgei. Lo hizo hasta las dos horas de carrera justas. Kilómetro 38. Callejeo por el Londres más turístico. Algunas cuestas y la luz en el parque de Saint James, la victoria. Jepkosgei llegó, segunda, casi tres minutos más tarde (2h 18m 44s), y casi la alcanza la olímpica Hassan (2h 19m).
Más ganas de que se batieran récords que quitan el hipo, más que ningún otro, quizás las tenía Kipchoge, quien, en su último servicio a la causa, hasta hizo de liebre algunos momentos. Luego, en el kilómetro 30, no aguantó más. El grupo de los favoritos lo formaban aún ocho, con Kiplimo, claro, Sawe, el campeón olímpico Tamirat Tola, y el ganador en Londres en el 24, Alexander Mutiso. Pero ninguno como Sawe, el más decidido, audaz, determinado, y toma el mando cuando las liebres desaparecen y poco a poco va aumentando el ritmo, haciendo caro, tan escaso, el aliento en sus rivales, y llegado al 30 el retraso de Kipchoge fue la señal, cambia brusco en una cuestecita y se va. Tres millas a 4m 10, cinco kilómetros a 2m 47s, un 5.000m en 13m 56s. Una bomba que provocó la dispersión de todos, tan juntitos hasta entonces, y la liberación de Sawe. La victoria de un atleta que hizo buenas las bendiciones de su entrenador en Kapsabet, el italiano Claudio Berardelli (el mismo del histórico Martin Lel y del fenomenal campeón olímpico de 800m Emmanuel Wanyonyi), que en vísperas ya lo había proclamado: “Llevo 21 años haciendo este trabajo y no estoy seguro de haber entrenado nunca a alguien como él. Desde una perspectiva muy holística, probablemente sea el mejor corredor de maratón que he entrenado nunca. Todavía no acabo de comprender cuál es su potencial. Por la forma en que maneja las cosas, incluso desde el punto de vista mental, siempre tiene todo bajo control, parece alguien que ya ha corrido tres, cuatro o cinco maratones. Le he visto hacer cosas que probablemente nunca había visto antes”.
Sawe empezó a correr en 2006, cuando tenía 11 años, pero, explica, no entrenaba mucho mientras estaba en el colegio. Empezó a entrenar más en serio al terminar el instituto en 2015, pero no se unió al 2 Running Club, la peña de Berardelli, hasta 2020 y no empezó a competir a nivel internacional hasta 2022, cuando tenía 27 años. Como Kiplimo), se hizo grande en medias maratones (y le propinó al ugandés, plusmarquista mundial de la distancia, dolor al derrotarle en el Mundial de Copenhague en septiembre pasado. Y, llegados a 2025, él y Kiplimo encarnan más que ningún atleta la esperanza de tantos de gozar de un maratón por debajo de 120 minutos, un hecho inevitable.
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