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Simeone rectifica un plan inicial rácano: “El primer tiempo no fue bueno, pero no para pedir perdón”

El técnico apostó por jugar en largo en el primer tiempo y arriesgar poco con la pelota y el Atlético solo amenazó en el segundo tiempo cuando fue más ambicioso

Diego Pablo Simeone
Ladislao J. Moñino

Esta vez el autobús del Atlético de Madrid no atravesó un pasillo nublado por pirotecnia rojiblanca. El recibimiento fue algo más animoso que un partido cualquiera de Liga, pese a que la cita ponía en juego la presencia en la final de Copa del próximo 26 de abril en Sevilla. El Atlético no estará, penalizado entre otras razones por una propuesta timorata en el primer tiempo, corregida sin más remedio en el segundo por el técnico. “Nos faltó empezar el primer tiempo como el segundo. En el segundo hicimos un partidazo, jugamos desde atrás. El primer tiempo no lo jugamos”, se lamentó el capitán Giménez.

Atlético ATM
0
Barcelona BCN
1
Ferrán Torres 26'
Finalizado

El desinfle del fervor previo de la hinchada parecía conjugar con el desplome liguero y la decepción de la eliminación europea. También el plan de Simeone, radicalizado en su propuesta más clásica. La ausencia de Lenglet se tradujo en la renuncia a cualquier intento de salir jugando desde atrás. Musso, mantenido en detrimento de Oblak pese al nerviosismo que mostró en Montjuïc, tenía la orden de jugar en largo. Simeone quería ganar a partir de las segundas jugadas y de los duelos aéreos. Una quimera con dos tapones como Griezmann y Julián Alvarez y ni un solo centrocampista espigado. Mientras Simeone mantuvo esa fórmula de riesgo mínimo, el Atlético estuvo en la eliminatoria, pero no en el partido. Solo cuando en el segundo tiempo apostó por más revoluciones y más atrevimiento para buscar al Barça arriba y recordar que en este juego tocar la pelota por abajo también importa, el Atlético pudo amenazar.

La reservona idea inicial no le dio a Simeone para contener al Barça en todo el primer tiempo. Tampoco que Azpilicueta quisiera marcar con los tacos por delante territorio ante Raphinha. Al otro lado, Lamine Yamal le sacaba los colores a Reinildo. “En el fútbol atraviesas situaciones de juego donde el rival es superior, ocurrió en la primera parte, en el segundo tiempo corregimos un montón de cosas, competimos muy bien, pudimos llegar al empate, ellos pudieron mejorar el marcador y compitieron de una manera muy buena contra un gran rival”, prosiguió el técnico.

Ante la inferioridad manifiesta del Atlético, de repente el área técnica de Simeone se convirtió en un gabinete de consultas. Por allí pasaron Giuliano para que abandonara la banda izquierda, Griezmann y Llorente por dos veces, para matizarle que ya no era carrilero y que le tocaba pasar al medio y perseguir a Pedri, que hacia sudar al Atlético y bailar a su equipo. El tanto de Ferran rubricó la superioridad del Barça y dejó mal a Musso, que hizo el cristo arrodillado de la escuela argentina de porteros antes de tiempo.

El nivel era tan bajo que a la hinchada no le quedó más remedio que apelar a la testosterona, lo que siempre suele ser una señal de que fútbol, poco. Tanto que Simeone hizo un triple cambio. Sentó a Reinildo, Azpilicueta y Giuliano para meter a Lenglet, Javi Galán y Sorloth.

Una rectificación en toda regla de la que emergió otro Atlético, más visceral y más llegador. El caldo de cultivo que inflama el Metropolitano. El Barça sufrió más y Sorloth tuvo el empate en un mano a mano con Szczęsny. El Atlético se dignificó en el segundo tiempo y eso le dio para recibir la ovación de una afición que ha visto como en un mes ya tiene poco que celebrar cuando abril acaba de comenzar.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.
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