
"Las redes sociales son una trampa para la soledad"
Siete cosas que puede hacer para empezar a sentirse menos solo

Escribía Bécquer que "la soledad es muy hermosa cuando se tiene alguien a quien decírselo". Una reflexión especialmente cruda cuando Instagram se llena de vacaciones, planes sociales y diversión ajenos.
Algo le pasa. Quizá el tiempo le haya hecho desconectarse de aquellos a los que antes llamaba amigos. O las obligaciones, las mismas que acabaron con su anterior pareja, no le hayan permitido encontrar una nueva. El caso es que, últimamente, se siente muy solo. Y como usted hasta una de cada cuatro personas en las ciudades. Muchas veces a pesar de verse rodeado de gente.
Esa soledad no elegida provoca dolor y mucho más: según "un análisis de 70 estudios con más de tres millones de participantes, incrementa las probabilidades de mortalidad hasta un 29%, aproximadamente lo mismo que la obesidad", escribía el catedrático de Psicología de la Universidad de Chicago y autor de Loneliness (Soledad), John T. Cacioppo.
Como primer paso para combatirla conviene comprender algo: "Todas las emociones son energías para actuar y, aunque es cierto que la soledad pertenece a la esfera de la tristeza, no es más que el germen del cambio". Lo explica Ángel Luis Sánchez, psicólogo y director del Instituto de Desarrollo, quien aclara que el problema llega cuando "nos quedamos estancados en ella, sin evolucionar". Estas son algunas pautas para pelear contra la amenaza de que se instale en nuestra cabeza.

¿Realmente está solo? En muchas ocasiones, las circunstancias conducen a adoptar un rol pasivo que dificulta determinar por qué uno se siente así. Como paso previo, "es importante que diferencie entre estar solo, sentirse solo aún estando con personas y el sentimiento de vacío", explica la psicóloga clínica Lecina Fernández, autora del libro Ilusión positiva.
Porque estar solo no tiene por qué ser negativo; de hecho, es el mejor escenario para encontrar la calma y poder reflexionar. Por el contrario, "sentirse solo sí tiene una connotación negativa, vinculada al descontento, el abandono y el desamparo, sentimientos que pueden experimentarse a pesar de compartir rutinas con personas en las que, realmente, no encontramos el apoyo necesario para vencer esos males", aclara.
Por último, la experta define la sensación de vacío como la más cruel puesto que, aunque parezca similar al hecho de sentirse solo, "tiene unas raíces más profundas, anula cualquier motivación y empuja a ver únicamente la oscuridad de la vida". Avanza Fernández que si se consigue apreciar esta diferencia, si se atiende a las alarmas, será más fácil encontrar soluciones a cada uno de los sentimientos.

"Para que la felicidad personal no dependa de la presencia de nadie es necesario ser capaz de estar bien con uno mismo", comienza el psicólogo Ángel Luis Sánchez, que invita a pelear contra esos constructos sociales, plasmados en canciones, que sentencian aquello de "sin ti no soy nada", y a "no correr detrás de las mariposas, sino cuidar nuestro jardín para que ellas acudan por sí solas".
El también psicólogo Jesús Matos, experto en la gestión de la tristeza, completa: "La soledad no tiene por qué ser entendida como algo negativo; es el único espacio en el que podemos estar con nosotros mismos en plenitud". Y en un mundo en el que los estímulos externos suelen gozar de todo el protagonismo, escuchar lo que tenemos que decirnos no debería representarse como un escenario negativo. Estar solo a veces es, incluso, abono para la genialidad.

Ser proactivo es el primer paso para romper con la dinámica negativa. "Lo mejor es incorporar pequeños avances en el día a día, e ir llenando la vida de aquello que nos hace sentir bien”, sostiene Sánchez. Una charla breve aunque más personal con una persona que tengamos cerca, actividades grupales en el gimnasio, clubes en los que se practiquen hobbies también en grupo. O lectura, o deporte de forma individual…
Se trata de tomar las riendas: "Cuando eres proactivo", cuenta Fernández, "comienzas a tener la sensación de que tomas el control de tu vida". Poner orden rebaja la ansiedad y, al percibir los resultados de esas decisiones, "se obtiene un auto-premio que se convierte en un refuerzo, en la percepción de que poco a poco volvemos a ser dueños de nuestra vida, en detrimento de las circunstancias que nos rodean", explica. Y a la contra: dejarse llevar por el contexto reafirma la creencia de que la situación nos aplasta y no nos deja levantar.
Así, y ante la variedad de posibilidades, tal vez cueste tomar la determinación, pero la recompensa tardará poco en llegar.