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El apagón en un supermercado: “Se llevan agua, papel de váter, legumbres y velas”

Sin caos, pero con cierta tensión, vecinos, turistas y oficinistas compran comida y productos básicos en una gran tienda de Barcelona donde todas las neveras están cerradas

Supermercado del centro de Barcelona, con las persianas de las neveras cerradas, este lunes durante el apagón.Foto: Albert Garcia
Clara Blanchar

“Se llevan agua, papel de váter, legumbres, velas...“. Uno de los empleados de un supermercado Mercadona del centro de Barcelona resume el acopio que, con calma, alguna clientela está haciendo durante el apagón masivo. El ambiente es extraño: personal de seguridad en la zona de las cajas, todas las neveras cerradas (con puertas o persianas de material plateado) y gente que va como con prisa y tensión, pero tampoco sabe muy bien qué priorizar. Salvo algunos como Paola, de mediana edad y con el carro hasta arriba. “Llevo productos no perecederos: agua, arroz, pasta seca, tomate en conserva, azúcar, huevos, muchos huevos, pan de molde, papel higiénico y pasta de dientes”, canta. “Y mate, claro, los argentinos no podemos vivir sin el mate. Ya pasamos la pandemia, algo aprendimos”, remata antes de pagar y encargar que se lo entreguen todo en casa. En las cajas, funcionan los lectores de códigos de barras y el pago con tarjeta, pero no lo las cintas que acercan los productos a las cajeras.

Paola, con un carro lleno de productos no perecederos como agua, pan, arroz, pasta, tomate, azúcar o huevos, este lunes, durante el apagón, en Barcelona.

Estamos en una calle muy céntrica, a la hora de comer, y el aturullo de los vecinos coincide con el de los turistas (se llevan agua y fruta), y el de la gente de oficinas que está acostumbrada a bajar “a por algo”. Triunfan la comida hecha, las ensaladillas, el guacamole, las botellas de agua. “No quedan ensaladas preparadas”, dice uno de los empleados que custodia las neveras. Sube y baja las persianas cuando la clientela se lo pide, intentando mantener el frío. “Tenemos generadores, pero no sabemos cuánto durarán”, afirma el mismo empleado. En realidad, buena parte de las neveras (embutido, carne, lácteos) están llenas, porque la gente las ve cerradas y pasa de largo. Va bajando también la altura de las pilas de agua embotellada o en garrafas. Y también se reducen los refrescos y algunas cervezas. La panadería está vacía, probablemente para no consumir electricidad horneando.

Pilas de agua en un supermercado de Barcelona, este mediodía.

Y es que la situación es singular. Poco a poco vuelve la luz, en la calle hay semáforos funcionando, se ve a algún afortunado hablando por teléfono... Y este mismo mix (esto funciona, pero lo otro no) se traslada al interior del supermercado. Funcionan las rampas mecánicas que conectan las dos plantas, y la gente sube y baja, pero están a oscuras. Más ejemplos: la pescadería trabaja con normalidad, pero quienes pensaban llevarse pescado se plantean si les funcionará la nevera en casa. También los que pretendían comprar mucha agua se dan cuenta, ya en la caja, de que no tienen con qué llevarla. La prueba es una mujer mayor en la entrada: parece asustada y no quiere hablar, pero lleva rato junto a un carrito doméstico de la compra y media docena de garrafas de ocho litros de agua, pero no sabe cómo llevárselas.

Neveras cerradas para proteger los productos frescos ante la falta de electricidad, este lunes durante el apagón en un supermercado de Barcelona.

En la salida también hay mucha gente comiendo platos preparados en las mesas altas con taburetes. Y otra curiosidad: cola en los baños. Los turistas están desconcertados con el ambiente enrarecido. Lo que más han notado es que no tienen datos ni cobertura. Pero si estaban paseando prescindiendo del transporte público, tampoco acaban de entender lo que pasa.

Este Mercadona no es el único del centro que está trabajando a destajo. También los supermercados 24 horas tienen colas ante las cajas: los locales están completamente a oscuras, pero increíblemente funcionan los sistemas de pago. Delante de uno de ellos, hay un hombre con uniforme de trabajo físico que se ha metido en su coche a comer. Habla por teléfono como si nada. “Yo ahora tengo cobertura, pero no datos”. Para comer ha comprado embutido y pan de molde. Y alucina: “Ya se puede acabar el mundo, que los datáfonos de los bancos nunca mueren”.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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