TDAH y altas capacidades: diferencias y similitudes
Generalmente, los niños con hiperactividad se equivocan, a pesar de su intención de atender, mientras que los más talentosos fallan porque quieren ir rápido. Estos menores se asemejan en la falta de atención, aunque para unos es por falta de concentración y para los otros porque la tarea es muy básica


Tener dos hijos con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), una condición neurológica que afecta a la capacidad de una persona para prestar atención, controlar impulsos y mantener la calma. Esta es la realidad diaria de Gema Segarra. A esto, además, hay que sumarle que su hijo menor, de 9 años, tiene también alta capacidad (AACC), una característica que potencia ciertas habilidades o emociones. Esta doble excepcionalidad significa que el pequeño no lo tiene fácil: su alto talento se da bruces con la dificultad para concentrarse y controlar sus emociones. ¿Pero en qué se diferencian o asemejan el TDAH y las AACC? ¿Se puede errar a la hora de diagnosticar?
Según la última estadística del Ministerio de Educación del curso 2023-2024, 58.540 alumnos en España reciben apoyo educativo por sus altas capacidades intelectuales, de los 8.337.537 que estaban matriculados aquel curso en enseñanzas no universitarias, aunque para la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST), la gran mayoría de los estudiantes que tienen altas capacidades siguen sin estar identificados. En cuanto al TDAH, el Ministerio de Sanidad estimaba en un informe publicado en 2022 que entre un 6% y un 7% de la población española infantil padece este trastorno, lo que sería alrededor de 550.000 alumnos, pero la cobertura de apoyo educativo del Ministerio de Educación solo llegó a 60.562 en el curso 2023-2024.
Rafa Guerrero, psicoterapeuta experto en TDAH, anota que en ambos casos, tanto en menores con AACC como con déficit de atención, se encuentran “niños inteligentes o con una inteligencia por encima de la media”. “Por ejemplo, los alumnos con TDAH pueden tener dificultades para concentrarse, pero luego también una gran capacidad matemática. No está reñido. Además, ningún niño es igual a otro”, destaca el psicoterapeuta. Guerrero detalla que si se generaliza, el mayor problema que tiene un menor con TDAH es la dificultad para concentrarse: “Pero el de altas capacidades también puede perder la concentración si la lección es muy básica. Es como si le propones a Usain Bolt echar una carrera con un caracol”.
También existen diferencias, a nivel general, a la hora de cometer errores, como explica Maite Garnica, directora de CES Superdotados, centro especializado en Altas Capacidades de Madrid, donde se hace un diagnóstico y se brinda valoración psicológica a personas con esta característica: “En el TDAH se equivocan, aunque estén poniendo la intención de atender esa tarea por un momento, en cosas como cambiar números en una operación matemática o comerse letras. En las AACC, a veces fallan porque quieren ir muy rápido y visualizan el proceso y el resultado enseguida. Muchas veces tienen despistes y ponen la prioridad en terminarlo rápido en vez de hacerlo despacio y bien".
“Yo siempre abogo porque se haga una evaluación en profundidad, hay que dedicarle tiempo y entender el contexto en el que vive el menor. No se puede diagnosticar en 20 minutos ni en una prueba”, afirma Guerrero. “También una cosa es el diagnóstico que me hayan puesto y otra cosa es quién soy yo y cómo me desenvuelvo yo”, prosigue el psicoterapeuta, “porque mi capacidad potencial va por un lado, y otra cosa es si luego rindo a la altura de lo que podría rendir”.
“Hay niños que tienen TDAH y que tienen buen rendimiento académico. O niños que tienen AACC y suspenden cuatro asignaturas. Esto demuestra que tanto las familias como los educadores somos fundamentales a la hora de acompañar y de entender a los menores”, agrega Guerrero. “Y muchas veces los trastornos los provocamos los adultos”, subraya el psicólogo, “si a un menor le obligan a hacer algo en un momento de su desarrollo evolutivo donde aún no es capaz y le ponen la etiqueta de trastorno, pues es el adulto el que está condicionando al menor a desarrollar ese trastorno, aunque en primera instancia no lo tenga”.

Gema Segarra sí aprecia que es mucho más sencillo trabajar con su hijo menor, con doble excepcionalidad, a la hora de estudiar que con el mayor, que tiene hiperactividad y déficit de atención: “Con el pequeño ya solo el hecho de atender en clase hace que venga con la lección aprendida. Mientras que con el de 12 años, al tener TDAH, requiere de mucho tiempo para poder interiorizar un temario y tiene que trabajar mucho sobre ello porque enseguida desaparece la idea principal. Él necesita muchas más técnicas de estudio”. Esta madre anima a otras familias a detectar lo más pronto posible estas capacidades o los problemas de atención porque, en su opinión, ayuda en la crianza y a que el niño se desarrolle mejor y encaje.
Olga Núñez, vocal de la junta directiva de la Asociación Madrileña de Altas Capacidades Intelectuales (AMACI), describe cómo a los niños con TDAH generalmente suelen dominarles los estímulos porque perciben muchos al mismo tiempo, mientras que en las AACC se producen muchas conexiones y relacionan continuamente unas cosas con otras. Ella señala que hay muchas conductas que se solapan entre las altas capacidades y el déficit de atención, por lo que es difícil que los padres y madres se den cuenta. “Tienen que verlo los profesionales”, sostiene Núñez. La especialista resalta que discernir entre AACC y TDAH es una de las consultas más frecuentes que reciben en la asociación. Además, destaca que ayudar a los menores con altas capacidades no sigue una lógica de suma cero, es decir, que ayudar a un niño no quita beneficios a otro: “Cuando se atiende a un niño con AACC siempre hay otro que se beneficia”.
Problemas para atender a menores con altas capacidades y Trastorno del Déficit de la Atención con Hiperactividad
Olga Núñez, vocal de la junta directiva de la Asociación Madrileña de Altas Capacidades Intelectuales (AMACI), critica la falta de atención a la alta capacidad y opina que esta ausencia de diagnósticos provoca que las conductas de un niño con altas capacidades (AACC) se confundan con TDAH. “Solo la valoración por lo privado son 500 euros, que pueden ser unas seis horas de media de evaluación. Aunque varía mucho, hay de todo. Está quien hace cuatro cosas y quien te hace un informe increíble, pero los dos te cobran lo mismo. Luego en la atención pública los tiempos de espera se demoran muchísimo y hay que recurrir a veces a profesionales privados, pero es muy difícil encontrar especialistas que puedan discernir entre las dos condiciones”, explica.
“Siempre recomendamos las públicas porque son, al final, las que acreditan que se tienen estas necesidades que luego te pueden servir para que te den los medios de apoyo necesarios en el aula. Con las valoraciones privadas no sirve para tener esos recursos. Sí que es cierto que un especialista en AACC es más fácil encontrarlo fuera del sistema público. Es mucho más rápido”, continúa Núñez. “Las familias a veces se encuentran en un limbo, perdidas, porque van a un experto en AACC pero que no sabe de TDAH o al revés. Además, el diagnóstico es muy importante para comprender a los niños y para empezar a implementar ideas. Todo lo que sea ya solo comprenderles no es poco. Y si el sistema público no da los recursos, la gente para sus hijos saca el dinero de donde sea”.
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