“Papá”, la intensidad de una simple palabra
Los lectores escriben acerca del dolor en Gaza, de los colores que nos separan, la ansiedad por la inmediatez y sobre sacarse el carné de conducir

Nunca imaginé que palabras tan simples pudiesen despertar emociones tan profundas. Aún recuerdo la primera vez que escuché: “Estoy embarazada”. La función no había hecho más que empezar, a esas palabras le siguieron otras como: “Pon la mano en mi barriga, eso que sientes son pataditas”. Aunque más emocionante aún fue oír: “Creo que ya viene”. Pronto llega una palabra que te hace sentir el ser más afortunado del mundo: “Papá”. Piensas que no puede existir nada que te haga sentir mejor, pero un día al llegar del trabajo, salta sobre ti gritando: “¡Papáaa!”. Y cuando crees que no puedes sentir algo más intenso, de repente un día te dice: “¡Te quiero, papá!”. Aunque a veces esa misma palabra te puede hacer sentir algo diferente… como un “papá” entre sollozos, cuando les duele algo, cuando no comprenden que está pasando o cuando sienten que algo no es justo, sobre todo si lo acompañan de una mirada inocente, perdida o de perplejidad por no entender la realidad. Pero por más que lo intento no puedo imaginar qué ha sentido ese padre palestino al escuchar a su hijo, atrapado bajo los escombros de su casa en Gaza, gritándole: “Papá, estoy vivo, sácame de aquí”, repitiéndolo una y otra vez hasta que al final su voz se apagó.
Damián López López. Cañada Rosal (Sevilla)
Colores
Los usamos para enfrentarnos. Creemos que revelan quiénes somos y olvidamos que quien vive a kilómetros de distancia puede ser más hermano que quien comparte bandera. El blanco sería paz y el amarillo el Sol, pero los usamos para hacer pulseras y camisetas que nos enfrenten. Como si olvidáramos que somos todos los mismos niños que alguna vez dibujaron un arcoíris que pintaba unión sin distinción, con todos los colores.
Manuel Santiago. Madrid
A un clic
A diario y desde hace más de dos años, de camino al trabajo, me cruzo con la misma mujer. Jamás hemos hablado, ni nos hemos saludado. Llevo dos días sin verla y empiezo a dilucidar si estará enferma o simplemente estará de vacaciones. En esta época de la conexión digital, mi curiosidad tiene que aliarse con la paciencia y esperar como mínimo hasta mañana a primera hora para saber si está bien. Es una desconocida que no me debería interesar, pero el simple hecho de no tener instantáneo a dicha información supone un reto para alguien como yo, acostumbrando a tener todo a un clic de distancia.
Raúl Martín Valencia. A Coruña
Hablemos de la DGT
Ahora que llega el verano, ¿no hay ningún periodista en la sala que quiera hacer un reportaje sobre la DGT y los permisos de conducir? De por qué las tasas son 90€ por convocatoria. Por qué solo puedo repetir un examen teórico en los siguientes 6 meses a haber suspendido el primero. Por qué el alumno no tiene a los resultados y explicaciones de su test. Por qué las listas de espera para ir a examen es de 3 a 5 meses. Lo del los 40€ por prácticas de 45 minutos. ¿Vamos a hablar algún día de la opacidad e incomodidad istrativa de la DGT? Al menos me gustaría saber por qué un organismo público se empeña en meter palos en las ruedas. A veces no necesito políticos excelentes, solo que lo que pago funcione dignamente.
Blanca Basanta Vázquez. Pamplona
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