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Las ayudas públicas evitaron más de 700.000 muertes y 8,2 millones de hospitalizaciones entre los más pobres en Brasil

Tras más de 20 años del programa Bolsa Familia, creado por los gobiernos progresistas del país sudamericano, un estudio publicado en ‘The Lancet Public Health’ cuantifica los beneficios en la salud de las familias que recibieron dinero a cambio de compromisos de salud y educación

Pacientes de covid-19 son tratados en el hospital Sao Joao de Meriti de Río de Janeiro en Brasil
Ana Puentes

Uno de los primeros y más grandes programas de transferencias monetarias condicionales para las familias más pobres ha demostrado no solo beneficios sociales y económicos sino ser, también, un auténtico salvavidas. Un estudio publicado este jueves en la revista científica The Lancet Public Health ha demostrado que, tras 20 años, el programa Bolsa Familia, creado por el expresidente Fernando Henrique Cardoso y expandido por Luiz Inácio Lula da Silva, evitó más de 713.000 muertes y cerca de 8,2 millones de hospitalizaciones de personas vulnerables entre 2004 y 2019. Los efectos fueron más notorios en los menores de 5 años, cuya mortalidad se redujo en un 33% y en los mayores de 70, cuyas hospitalizaciones disminuyeron un 48%. En Brasil, con 211 millones de habitantes, 59 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza y 9,5 millones, en pobreza extrema, de acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Bolsa Familia atiende a familias en situación de pobreza ―que se demuestra a través de la información que hay en el Cadastro único o Registro único― y, a cambio, les pide que cumplan con unas responsabilidades en salud y en educación. Por ejemplo, se exige que las familias beneficiarias con niños menores de siete años cumplan con su esquema de vacunación y con los controles de salud. Si hay mujeres embarazadas, estas deben asistir a los controles prenatales y con la orientación para lactancia.

El efecto de las transferencias monetarias condicionadas es doble, explica el estudio. Por un lado, si las familias reciben ese ingreso, pueden hacer una compra mucho más nutritiva y, además, mejorar sus condiciones de vida. Por otro lado, al verse obligados a usar servicios básicos de salud, facilitan que la prevención y detección de enfermedades.

Este es el primer estudio en el mundo que analiza un acumulado de datos de 20 años sobre un programa de transferencias monetarias condicionadas y sus efectos en las tasas de mortalidad y hospitalización. Para cuantificar los beneficios en salud, los investigadores tomaron datos de 3.671 municipios de Brasil ―de los 5.570 que hay― y analizaron los datos disponibles de cobertura y de cantidad de dinero invertido del programa Bolsa Familia, junto con los datos de tasas de mortalidad y de hospitalización.

“Bolsa Familia es, probablemente, uno de los programas más estudiados en todo el mundo. Especialmente por sus efectos en la salud”, afirma Davide Rasella, uno de los coautores del estudio e investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Bolsa Familia nació en 2003 y ganó fama mundial por su coste-beneficio: suponía un coste de apenas un 0,5% del PIB y, con los años, se evidenció que fue un alivio socioeconómico a las familias. Un estudio publicado en la revista World Development perspectives, por ejemplo, evidenció que el 64% de la primera generación de hijos de Bolsa Familia son adultos que ya no necesitan ayudas públicas. Otros estudios han demostrado que esta ayuda pública, puesta en marcha en 2004, ha reducido los casos y muertes por tuberculosis, las tasas de VIH y la mortalidad materno-infantil. Actualmente, Bolsa Familia llega a 21 millones de hogares y entrega, de media, 139 dólares mensuales a cada una.

Bolsa Familia es, probablemente, uno de los programas más estudiados en todo el mundo. Especialmente por sus efectos en la salud
Davide Rasella, investigador el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)

Daniella Medeiros Cavalcanti, doctorada en Economía y líder de la investigación desde el Institute for Collective Health of the Federal University of Bahia, explica a EL PAÍS que la reducción de las tasas de mortalidad y hospitalización han sido posible porque el carácter condicional del programa.

“Hay otros programas que son un ingreso directo a las familias, para aliviar la pobreza. Pero cuando introduces esta condicionalidad relacionada a la salud, a la vacunación, a atención prenatal, consigues abordar la pobreza de forma más integral y plural”, argumenta Cavalcanti, en entrevista por videollamada.

Rasella, por otra parte, recuerda que la pobreza es un determinante en la salud de las personas, por lo que una intervención en esa población puede dar resultados notorios. “La protección socioeconómica de los más pobres se transforma en prevención de muertes evitables”, afirma Rasella, también por videollamada, y agrega que esta inversión es clave para reducir costes al Estado en el futuro. “Muchas veces estos programas son vistos como un gasto, como algo negativo para el Estado, pero desde el punto de vista de la salud hay un retorno económico al prevenir enfermedades”, afirma Rasella. Al final, tener menos personas enfermas reduce costes al sistema de salud y eleva la productividad de un país.

El estudio, además, quiso saber qué pasaría con el número de muertes y hospitalizaciones en Brasil en el año 2030 si Bolsa Familia aumentara su presupuesto o si, por el contrario, perdiera fondos y cobertura en un escenario de austeridad fiscal. Ampliar el programa significaría salvar otras 680.000 vidas y evitar ocho millones de hospitalizaciones entre 2020 y 2030; y reducir su cobertura, implicaría un retroceso: 1,5 millones de personas morirían y 15 millones personas estarían internadas en hospitales entre 2020 y 2030. “Este escenario también mira el contexto global”, agrega Cavalcanti, “vemos a Donald Trump anunciando recortes [a la cooperación y ayuda humanitaria], vemos lo de USAID y sabemos que eso tiene un impacto en los países del Sur Global”.

Muchos países de América Latina y el Caribe ya experimentan austeridad fiscal. Por eso, analizamos ese escenario, porque pasa por reducir los gastos públicos y de protección social
Daniella Medeiros Cavalcanti, líder de la investigación,

Plantear, con números, qué pasaría con un eventual recorte en Bolsa Familia, envía un mensaje al mundo. De acuerdo con The Lancet Public Health, las transferencias monetarias condicionadas han pasado de aplicarse en ocho países en 1960 a 134 en 2019. No obstante, advierte la publicación científica, su continuidad ahora está en juego por la situación fiscal de algunos de los Estados, afectada no solo por la menor recaudación de impuestos sino por el crecimiento de la deuda externa, producto de los años de la covid-19.

“Los datos de Brasil y otros países sugieren que las transferencias de efectivo no deben considerarse como una competencia de las inversiones tradicionales en salud, sino como un complemento de estas. Para mejorar la salud de la población, es necesario armonizar la protección social, la financiación de la salud y las infraestructuras, en lugar de aislarlas”, comenta The Lancet Public Health a propósito de este estudio.

“Muchos países de América Latina y el Caribe ya experimentan austeridad fiscal. Por eso, analizamos ese escenario, porque pasa por reducir los gastos públicos y de protección social”, afirma Cavalcanti, “pero esta [Bolsa Familia]” es una política madura y consolidada que tiene que continuar.

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Sobre la firma

Ana Puentes
Periodista colombiana en la sección Planeta Futuro. Antes, trabajó en El Tiempo (Colombia), donde cubrió Bogotá y temas de ciclismo urbano. En EL PAÍS también escribió en la sección Madrid y en la delegación de Colombia. Es máster de Periodismo UAM - EL PAÍS e integrante de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas.
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