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La epopeya de la Vuelta a España comenzó hace 90 años

El 29 de abril de 1935 se disputó la Madrid-Valladolid, primera etapa de la ronda española, organizada en plena ola contrarrevolucionaria de la República

Vuelta a España
Carlos Arribas

Observando la abundancia de símbolos, monumentos y nombres franquistas, Tim Moore, un escritor inglés que en 2020 recorrió España en bicicleta por la ruta de la Vuelta de 1941, llegó ya en su primera etapa a la lúcida conclusión de a los españoles se les da muy bien esconder su historia incómoda a plena luz del día, y quizás una prueba más de su afirmación se la diera la escasez de relatos sobre la propia historia del nacimiento de la Vuelta a España, de la que este martes, 29 de abril, se han cumplido 90 años. O, como escribe el historiador Bernat López, “el Tour es muy consciente de su propia historia, pero no se puede decir lo mismo de la Vuelta”.

Madrid-Valladolid, 185 kilómetros por la actual A-6, Guadarrama y Alto del León, la primera etapa de la primera Vuelta, partió a las seis de la mañana del lunes 29 de abril de 1935 de las puertas del ministerio de Fomento, frente a la estación de Atocha. Una multitud inesperada y enorme contempló cómo 50 ciclistas, varios oficiales y personal del diario organizador, Informaciones, iniciaron una marcha neutralizada por el paseo del Prado hacia el kilómetro cero, situado en la Puerta de Hierro. En el paseo de Recoletos de Valladolid se impone un belga, Antoine Dignef, a su compañero de fuga, Mariano Cañardo.

Noventa años después, la Vuelta intenta celebrar la fecha con una marcha en bici eléctrica de periodistas y amigos que quieren inventarse cómo fue entonces, pero el apagón del 28 de abril lo impide. La caravana habría sido reveladora de cómo cambian los tiempos, no siempre bien. La Puerta de Hierro de la que partió la primera Vuelta, una isla mínima rodeada de autopistas de circunvalación, se abría a un Parque deportivo con la piscina gigante que Franco construyó en el 55 como Parque Sindical, cerca de las ruinas de la Playa de Madrid —el sueño de la República para la clase obrera, un embalse en el Manzanares con el encanto y la arena de un rincón del Mediterráneo—, destruida en las batallas de la guerra. La Vuelta, “monumental y moderna”, como el eslogan que adjetivaba así a las ciudades de las que del centro histórico no queda ni el recuerdo, destruido por la voracidad del urbanismo devastador de los años 60.

Un hermoso cartel editado por los actuales organizadores de la Vuelta, Unipublic, empresa propiedad de ASO, la organizadora del Tour, engalana la efeméride, un forzudo forzado de la ruta, bidones de peltre en el manillar, gafas de soldador para protegerse de las chinas y polvo de los caminos y carreteras desasfaltadas.

Cartel '90 años de la vuelta'.

La Guerra Civil que estalló tras el golpe de Estado de Franco el 18 de julio del 36 era ya una posibilidad en abril del 35, con las fuerzas reaccionarias dirigiendo la política “contrarrevolucionaria” del Gobierno y la represión que siguió al fracaso de la llamada Revolución de Octubre de 1934. Al diario Informaciones, periódico de información general financiado por el banquero balear Juan March, el mismo que financió el golpe de Estado franquista, y aportaciones del régimen nazi alemán, no le movían al organizar la carrera ciclista las motivaciones comerciales y publicitarias que guiaron en similar empeño al diario deportivo L’Auto para organizar el Tour de Francia a partir de 1903 y a la Gazzetta dello Sport, inventor en 1909 del Giro de Italia.

Así lo relata Bernat López, utilizando párrafos de la prosa florida del director de Informaciones, Juan Pujol, que meses después se convertiría en el dircom de los rebeldes franquistas en la guerra, y del periodista y exciclista cántabro Clemente López-Dóriga, de rancio abolengo cántabro y director de las primeras ediciones de la carrera: “El periódico afirmaba lo siguiente sobre los objetivos de la carrera: ‘al organizarla, Informaciones iza la bandera de la españolidad y la fraternidad deportiva’, la carrera tenía como objetivo impulsar el ‘florecimiento de la magnífica solidaridad nacional’ y su objetivo era ‘demostrar civismo, progreso y pacificación a los extranjeros, una tarea de exaltación patriótica de una nacionalidad sedienta de nuevas glorias y reunir a todos los hijos de la Madre España en un vínculo fraternal de entendimiento mutuo en un momento de dolor, abatimiento y confusión unánime para conseguir una formación nacional, para que la atención se canalizara en algo parecido a un ejercicio militar’”.

Nacida como ejercicio propagandístico-patriótico, el pueblo, los pueblos por los que atravesaba el pelotón, se apoderaron de la Vuelta, la hicieron suya: el ciclismo, el deporte del pueblo, siempre se impone. Y sus héroes propios por encima de todos, Berrendero, Bernardo Ruiz, Langarica, Loroño, Gabika, Ocaña, Fuente, Perico, Pino, Valverde, Contador, Gorospe contra Hinault y el helicóptero de José María García. Pura mitología popular.

Imagen de archivo de la 1ª Vuelta Ciclista a España.

La segunda edición se disputó en mayo de 1936. Tras la guerra, en los años del hambre, sabañones y piojos, y dolor, se disputó a saltos, siete ediciones entre 1941 y 1954, organizada por Informaciones y por otro periódico, el Ya del obispado, hasta que en 1955 logró continuidad e importancia, la tercera gran ronda del calendario, con la organización de El Correo, que lleva a Bilbao la meta y el cogollo de la carrera. La irrupción de ETA, con amenazas, bombas y boicots, obliga al Correo a dejar la carrera en 1978. En 1979 comienza la era Unipublic, la empresa con la que dio el salto al directo televisivo y, en el siglo XXI, al streaming, las redes, la conversación global.

El miércoles 15 de mayo de 1935, los 29 supervivientes cubrieron los 250 kilómetros entre Zamora y Madrid, la 14ª y última etapa de la primera Vuelta. Después de 120 horas de carrera, a más de nueve por etapa, el belga Gustaaf Deloor, líder de la carrera desde el tercer día, se impone también a Cañardo en el último sprint junto al estanque de la Casa de Campo. Es la fiesta de San Isidro en el gigantesco coto de caza de la Corona que la República ha abierto al pueblo el 5 de mayo de 1931. Las crónicas destacan que ese mayo hizo mucho frío, lo que penalizó a los españoles, inexpertos que contaban con el calor como aliado, que el recorrido fue muy duro —la media del ganador, en bici de 15 kilos y en aquellas carreteras se quedó en 28,5 kilómetros por hora— y la lucha heroica del gran Mariano Cañardo contra los belgas. El navarro de Olite perdió a todos sus compañeros de equipo en la cuarta etapa y luchando en solitario logró terminar segundo. La Vuelta comienza a escribir su epopeya.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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