El reto de regresar al mercado laboral: “No tenía ni una entrevista, me sentía invisible”
Cáritas reinsertó laboralmente al 20% de las 65.484 personas que acompañó en la búsqueda de empleo en 2024


Ana María Muñoz, nacida en Peñaflor (Andalucía) hace 57 años, tiene hoy “el trabajo que soñaba”. Es dependienta referente de Bioalverde, una de las tiendas de la empresa de inserción de la red Cáritas en Sevilla. Años atrás solía gozar de cierta estabilidad trabajando como promotora, pero al sobrepasar los cuarenta conseguir un puesto se le hizo cuesta arriba: “No tenía ni una entrevista, me sentía invisible, y me di cuenta de que era la edad; estaba cansada de vivir de ayudas, yo quería ganarme el dinero yo misma”, relata. Seis de cada diez personas en situación de exclusión severa están fuera del mercado laboral. La exclusión en relación con el empleo les afecta cuatro veces más que al resto de la población, según la sexta Encuesta sobre la Integración y Necesidades Sociales de la Fundación FOESSA, publicada el pasado diciembre.
En España hay alrededor de 9,4 millones de personas, el 19,3% de la población, en situación de exclusión social, lo que supone un incremento de dos millones respecto a 2007 de acuerdo con FOESSA . Ante esta realidad, Cáritas —organización de Iglesia Católica en España dedicada a la acción caritativa y social— lleva diez años apostando por la que denominan una economía solidaria. Unicamente el año pasado lograron reinsertar en el mercado de trabajo al 20% de las 65.484 personas que acompañaron en la búsqueda de empleo, según anunciaron en un informe presentado este jueves en Sevilla. En la última década, su red ha pasado de 45 a 68 iniciativas contra el paro con 267 líneas de negocio, lo que ha permitido triplicar los puestos de inserción social e incorporar a más de 120.000 personas que solían estar al margen.
El director de Cáritas Sevilla, Miguel Ángel Carbajo, explica que hay dos grandes grupos a los que su organización han estado prestando especial atención: “El de familias de origen extranjero que, pese a tener cualificación y experiencia, no pueden acceder a un puesto de trabajo por su situación istrativa irregular o por la falta de homologación de título de formación y el de las familias cuyos sustentadores viven en una situación de exclusión cronificada”.

Según el informe, el perfil de las personas que se beneficiaron de los distintos programas de empleo de Cáritas a nivel nacional en 2024, es consistente con el de años anteriores: Son en su mayoría mujeres (64%), de más de 45 años (40%), con estudios básicos (34%) o bachillerato (28%). El grupo de personas procedentes de países no comunitarios también fue ligeramente superior al de nacionales.
Centros de capacitación
La formación es uno de los pilares más importantes al momento de garantizar que el perfil de empleabilidad de una persona en situación de exclusión mejore. El Centro Diocesano de Empleo de Cáritas en Sevilla, imparte cursos de hostelería, cuidado de personas dependientes, energía renovable y construcción, pero también procura dar un acompañamiento integral en materia de orientación laboral y seguimiento personal, para garantizar que una vez conseguido el puesto, se sostenga en el tiempo. Por sus aulas pasan cada año más de 600 personas en situación de exclusión, de las cuales casi una tercera parte consigue reinsertarse en el mercado de trabajo.
Tal es el caso de Esmerling Jaspe, diseñadora gráfica venezolana de 46 años, que llegó a España en estado de gestación avanzada, con su pareja e hijo. “Cuando salimos de nuestra tierra quedamos en un vacío y en un limbo que te hace sentir perdido”, relata. Tras el embate de la pandemia, la situación laboral de la pareja se dificultó al punto de que la falta de ingresos los orilló a la situación de calle. Sin embargo, tras acercarse al centro y recibir orientación laboral, realizó unas prácticas laborales en un supermercado lo que le ha ayudado a encontrar su puesto actual como vendedora en un bazar.
Iniciativas de economía social
Fernando Rodríguez, gerente de Bioalverde, señala que, en 2015, la finca de 30 hectáreas certificadas en agricultura ecológica que la empresa tiene en Dos Hermanas era un sembradío de trigo en el que trabajaba tan solo una persona. Hoy además de alojar huertos, zona de viveros y un centro de formación, esta tierra le da la oportunidad de obtener contratos de inserción —de máximo 3 años de duración, para garantizar mayor alcance— a unas 30 personas en situación de exclusión al año. Además de la producción de alimentos, la empresa también asumió el proyecto de reciclaje textil, que les ha permitido gestionar alrededor de 900 toneladas de ropa recogidas el año pasado y la apertura de una tienda de moda sostenible en pleno centro de Sevilla.

Katile, joven de 33 años originario de Mali, ha acompañado a Bioalverde desde sus inicios. Participó en la primera edición del curso de formación de agricultura, poco después fue contratado bajo la modalidad de inserción y finalmente fue integrado en la estructura de la empresa. Escuchó sobre la iniciativa gracias a un amigo y desde entonces su vida ha cambiado trascendentalmente: “Vivía en un centro de acogida, porque no trabajaba, no tenía recursos para plantearme acceder a una vivienda, tampoco tenía formación”, recuerda. Sin embargo, hoy es el encargado de recibir a los nuevos trabajadores en la huerta. “Hay que apoyarlos, cuando uno llega el ánimo está bajo; es difícil, sobre todo siendo una persona migrante o viniendo de una situación complicada”, detalla.
Pese a que estas iniciativas han estado abriendo las puertas al empleo para muchas personas vulnerables, los autores del informe de FOESSA demostraron que tener un empleo no es ya una garantía para salir de la exclusión social. Una de cada diez personas ocupadas se encuentra aún en esa situación, según sus datos. En este panorama, la coordinadora del equipo de Economía Solidaria de Cáritas Española, insiste en la importancia de esta forma de ver la economía “alineada con valores de equidad, cooperación y sostenibilidad; reforzando el apoyo a las personas en situación de vulnerabilidad y exclusión social”. Por su parte, el director de Cáritas Sevilla, hace hincapié en que la proliferación de iniciativas como la de Bioalverde “dependen en gran medida del consumidor”. A su juicio, es quién a partir de sus elecciones puede marcar la senda hacia un comercio más justo que priorice a las personas sobre las ganancias.
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