¿Ignorancia o maldad?


Me asombra la expresión del rostro de este hombre que al ejecutar el saludo fascista parece lanzar al público un guiño de inteligencia, de complicidad y de autoafirmación:
—¡Fijaos en lo que hago!
Lo que hace Steve Bannon es refrendar una doctrina que exterminó a seis millones de judíos y a cientos de miles de gitanos. Detrás de ese gesto están los homosexuales marcados con triángulos rosas, detenidos, torturados, castrados, asesinados o forzados a “curarse” mediante procedimientos médicos atroces. Están también las personas con discapacidades físicas o mentales, eliminadas por el régimen de Hitler bajo el programa Aktion T4, en nombre de una pureza biológica que justificaba la aniquilación de quienes no encajaban en su ideal. Están los millones de civiles muertos en bombardeos, ejecuciones sumarias o deportaciones masivas. Están los niños separados de sus familias, están los pueblos arrasados por haber escondido o ayudado a “los otros”, está el miedo convertido en norma, la delación en práctica cotidiana, la cultura trocada en propaganda. Está la mujer reducida a máquina de reproducción de la raza, está el cuerpo disciplinado y están los afectos vigilados.
El saludo fascista glorifica la imposición violenta de una única forma de ser, de pensar y vivir. Constituye una negación de la pluralidad y una amenaza para cualquiera que no encaje en el angosto molde del ideal fascista. Lo que dice el hombre de la foto al levantar el brazo es: “Si sucediera hoy, le daría mi apoyo”.
¿En qué cabeza cabe? En muchas, lamentablemente, a veces por ignorancia, pero sobre todo por maldad.
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