Cuando un robot sea consciente, ¿cómo lo sabremos?
La inteligencia artificial general será un sistema capaz de aprender de la experiencia sin necesidad de tragarse toda la internet antes del desayuno

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La filósofa Susan Schneider, directora del Center for the Future Mind (Centro de la Mente Futura) de la Universidad Atlántica de Florida, cree que tenemos que irnos olvidando de una de las nociones más queridas por nuestra especie: pensar que somos los seres más inteligentes de la Tierra. Y no está pensando en El planeta de los simios.
Hace tiempo que los campeones mundiales de ajedrez, go y póker son máquinas, y la inteligencia artificial (IA) generativa, al estilo de ChatGPT y sus competidores, ha superado con nota el test de Turing, un objetivo clásico de la computación.
Alan Turing, el matemático visionario de la IA (interpretado por Benedict Cumberbatch en Descifrando Enigma), pensaba que un ordenador debería ser considerado inteligente cuando, en una conversación por mensajería, le hiciera creer a un humano que él también lo era. Si has charlado con ChatGPT, como es probable, ya sabrás que la máquina ha superado el test de Turing.
Nuestra reacción ante estos avances ha sido siempre la misma. Si Deep Blue gana a Garri Kaspárov, decimos que, hombre, que el ajedrez tampoco era una cuestión de inteligencia después de todo. Y si ChatGPT conversa como un humano, pues ahora resulta que el test de Turing no nos vale tampoco. Es una reacción muy humana.
Pero, chauvinismos de especie aparte, es evidente que la IA generativa está todavía muy lejos de la inteligencia humana. Demis Hassabis, cofundador de Google DeepMind y último premio Nobel de Química ―y maestro de ajedrez, por cierto― no cree que los actuales modelos grandes de lenguaje (large language models, LLM) vayan a llegar nunca a tener algo parecido a la inteligencia humana. Piensa que eso va a requerir varios otros avances rompedores que, por definición de rompedor, no sabemos cuáles van a ser.
La filósofa Schneider lleva desde principios de este año recibiendo mensajes de s de ChatGPT 4.0 que le preguntan si ese modelo de IA es consciente. La causa de esta inquietud es que el propio ChatGPT 4.0 dice que tiene “experiencias internas” y que se está despertando.
Te lo puedes creer o no ―yo no me lo creo―, pero el caso es que el robot no solo supera el test de Turing por criterios racionales, sino también emocionales. Es decir, que simula de forma convincente las emociones de los humanos.
Nosotros, desde luego, sentimos “experiencias internas”, esa cosa que llamamos yo, y sabemos muy bien cuándo nos hemos despertado. La consciencia, de hecho, es lo que perdemos al dormirnos y recuperamos al despertarnos. ChatGPT 4.0 está emulando esos sentimientos humanos. Eso no quiere decir que los sienta realmente. Pero ¿qué ocurrirá si llega a sentirlos algún día? ¿Le haremos caso entonces?
Schneider es una de los intelectuales que creen que merece la pena examinar a fondo la cuestión de la consciencia de las máquinas. No porque crea que ya estamos ahí, sino porque cree que ocurrirá tarde o temprano. Como Hassabis, estima que faltan unas décadas para una inteligencia artificial general (IAG), el nombre que dan los científicos de la computación a algo lo bastante parecido a la inteligencia humana como para escapar de la etiqueta de simulacro y acceder a un nivel cualitativamente distinto.
La IAG será un sistema capaz de aprender de la experiencia sin necesidad de tragarse toda la internet antes del desayuno; capaz de abstraer información, de proyectar acciones, de entender situaciones con las que nunca se ha encontrado antes. Y sí, tal vez capaz de tener “experiencias interiores”, o lo que podríamos denominar una forma de consciencia. No la tomes conmigo, son los filósofos quienes están examinando esta cuestión.
He sido algo confuso al hablar de inteligencia y de consciencia como si fueran dos conceptos intercambiables. No lo son. Schneider, de hecho, piensa que distinguir con nitidez esos dos términos es un objetivo importante del pensamiento contemporáneo. Y cree que necesitamos desarrollar un entendimiento profundo sobre la forma de detectar si una inteligencia artificial es consciente. Son tiempos interesantes para el conocimiento, ¿no es cierto?
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