‘Lockerbie: en búsqueda de la verdad’, una tragedia irresuelta
La serie tiene un protagonista absoluto e impecable: Colin Firth en el papel del doctor Jim Swire


Hay sucesos que condicionan el nombre de la localidad en la que ocurrieron. Es el caso de Lockerbie, un pueblo escocés de menos de 5.000 habitantes a 120 kilómetros de Glasgow. Un 21 de diciembre de 1988 estalló sobre él el vuelo 103 de Pan Am que había despegado poco antes de Londres rumbo a Nueva York, un atentado que produjo la muerte de los 259 pasajeros y tripulación que viajaban en él, además del fallecimiento de 11 residentes al caer los restos del avión sobre el pueblo. Entre los pasajeros se encontraba Flora, la hija del doctor Jim Swire, que fue nombrado portavoz de los familiares de las víctimas y que desde aquel terrible día dedicó todos sus esfuerzos a tratar de encontrar a los responsables del atentado.
A grandes rasgos esta es la historia que narra en sus cinco capítulos Lockerbie: en búsqueda de la verdad, que ofrece SkyShowtime con un protagonista absoluto e impecable: Colin Firth en el papel del doctor Swire. Si habitualmente se critica la lentitud de los procesos judiciales españoles diremos que los escoceses tampoco se distinguen por su celeridad. Desde aquel diciembre de 1988 pasaron 13 años hasta que el tribunal escocés condenó a cadena perpetua a Abdelbaset al-Megrahi, un agente secreto libio que nunca itió su culpabilidad y que fue trasladado a Trípoli en 2009 donde, dos años más tarde, moriría por un cáncer de próstata, enfermedad que justificó su traslado a la capital de Libia desde la cárcel escocesa.
Una de las peculiaridades de la serie y, suponemos, que de los hechos reales en los que se basa, es que el doctor Swire nunca creyó en la responsabilidad de Megrahi en el atentado. Lo consideraba una cabeza de turco en la que descargaron la autoría las policías y agencias que lo investigaron, desde la policía local de Lockerbie a Scotland Yard y la CIA, responsabilizando en último término al iluminado Muamar el Gadafi. La investigación no llegó a esclarecer totalmente lo ocurrido y dejó 270 cadáveres por las verdes campiñas escocesas. Claro que si se habla de catástrofes aéreas cabe citar, entre otras, la del misil lanzado desde el buque estadounidense USS Vincennes en julio de 1988 y que derribó el vuelo comercial 655 de Iran Air: murieron las 290 personas que iban a bordo. El Gobierno de EE UU nunca emitió una disculpa oficial. Sin olvidarnos del Yak-42.
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