Tres dudas sobre el futuro de España en Eurovisión
El papel de RTVE genera debates en un festival cuyo voto popular está influenciado por asuntos externos a la música, que mantiene diplomacias en sus jurados profesionales y está marcado por su creciente tensión con la UER

España volvió este sábado a los puestos de cola de un Eurovisión que lleva dos años en permanente gabinete de crisis. El futuro de España en el festival, como el del resto de países, pasa por la forma en la que se ejecuten sus dos métodos de clasificación: los votos del público y los del jurado profesional. Pero en particular, a RTVE se le añade un tercer frente, el de su tensa relación con la Unión Europea de Radiodifusión (UER) a cuenta de sus comentarios sobre la invasión militar de Israel en Gaza.
A Nemo, de Suecia, la propuesta ganadora del año pasado, le ha sucedido una muy simular este año, JJ, de Austria. Ambos son artistas pertenecientes a la comunidad LGTBI+ que desafían las reglas del género, procedentes del centro o el norte de Europa y que combinan influencias operísticas con ritmos urbanos.
En estos dos años, el voto popular ha apoyado claramente a un mismo país, Israel, cuyo Gobierno itió que ha intervenido de forma activa en la recolección de esos votos. En 2024, obtuvo 323 puntos de apoyo popular, solo por detrás de Croacia. En 2025, ha logrado menos puntos (297), pero se ha convertido en el país más votado por la gente.
Solo el escaso apoyo del voto del jurado profesional, que tiene sus propias reglas prácticamente fijas, ha evitado su victoria en ambas ediciones. Pero si el patrón de los dos sistemas de voto se estanca, como ha ocurrido en los dos últimos años, el festival se arriesga a convertirse en un espectáculo predecible.
¿Debería cambiar el modo de reparto de los votos del público?
Para repartir los puntos procedentes de la audiencia de cada país, la UER computa los votos de sus espectadores, recogidos por varias vías: llamada telefónica, mensaje de texto o internet. Luego, elabora un ranking con las canciones más votadas en esa nación y puntúa a las 10 primeras.
A partir de ahí, los puntos se ordenan como se hace con el jurado profesional. La propuesta con más apoyos obtiene los 12 puntos de ese país. La segunda clasificada se queda con 10 puntos. A la tercera se le suman 8 puntos a su marcador. Y se completa la lista con los 7, 6, 5, 4, 3, 2 y 1 puntos. El resto de candidatos a partir del puesto 11º de esa lista que queda con 0 puntos. Esto ocurre 38 veces: las de los 37 países participantes y la votación de países del resto del mundo, que computan como uno solo.
Con el actual sistema de voto popular, es fácil que se repitan patrones. Y que esos patrones tengan poco que ver con la música.
RTVE recibió más de 80.000 votos en la final de Eurovisión de 2022, el año del fenómeno Chanel. Sus datos de audiencia fueron: 6,8 millones de espectadores de media y un 50,8% de cuota media de pantalla. El año pasado, el de Nebulossa, esas cifras de audiencia fueron claramente inferiores: 4,9 millones de espectadores y un 41,8% de cuota, según los informes de Barlovento Comunicación y Dos 30′ a partir de los datos recogidos por Kantar Media. Aun con dos millones menos de espectadores, el número de votos que recogió Televisión Española en 2024 fue casi el doble: 153.633, dicen los datos del Portal de Transparencia.
¿A qué se debe ese brusco incremento de la participación? Estas dos últimas ediciones han estado marcadas por la polémica participación de Israel en Eurovisión. La división social que ha generado tras su controvertida actuación en Gaza se refleja en estas votaciones de muchas personas que se han sentido interpeladas en torno a este debate aunque no sean seguidores habituales del festival. Unos piensan que la UER está blanqueando un genocidio y quienes están en contra de la cancelación a Israel votan a ciegas a favor de su candidato.
David Saranga, director en funciones de la diplomacia pública del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, itió el año pasado al portal de noticias de su país Ynet que el organismo que dirige intervino “entre el público que simpatizaba [con Israel] para fomentar el voto”. Estas campañas en línea, a menudo apoyadas por los partidos de derecha y ultraderecha de cada país, fueron fructíferas. España concedió en 2024 los 12 puntos del voto popular a Israel. Este sábado lo hizo de nuevo.
Un ejemplo de cómo ese debate ideológico saltó a Eurovisión el año pasado es este mensaje en redes sociales que compartió este sábado Pilar Rodríguez Losantos, presidenta no ejecutiva del medio cercano a la extrema derecha OK Diario. Mostró a sus seguidores que acababa de invertir más de 20 euros en enviar 20 votos (los máximos posibles por cada terminal telefónico) a la propuesta de Israel. Y les invitó a que hicieran lo mismo de forma masiva.
Anoche, el perfil de Twitter (ahora X) de las Nuevas Generaciones del Partido Popular publicó dos mensajes. En el primero, comparte una crítica a RTVE y a su enfrentamiento con la UER de los últimos días por sus mensajes de apoyo a Gaza. En el segundo, celebra el resultado de este sábado en el televoto español y hace referencia al enfrentamiento de RTVE y la UER de los últimos días por sus mensajes de apoyo a Gaza.
El Gobierno haciendo política de todo.
— NNGG España 🇪🇸 (@NNGG_Es) May 17, 2025
Los españoles respondiéndole. pic.twitter.com/qnkfNATFlo
¿Qué pasa con el voto del jurado profesional?
La literatura publicada en torno a los patrones de voto del jurado profesional muestra que son tan predecibles como demostraban las retransmisiones de José Luis Uribarri en TVE, adelantando casi siempre con éxito los 12 puntos que recibiría cada país. Es el llamado voto amigo, con el que España no sale beneficiada.
Para ello, suele haber dos motivaciones culturales, como explica Lluís Pellicer en este artículo: se vota en función del flujo migratorio o bien por proximidad geográfica. España y Portugal no suelen apoyarse mutuamente, pero sí lo hacen los países nórdicos entre sí y también los bálticos y los de Europa del este.

RTVE debe plantearse qué sentido tiene, en términos eurovisivos, organizar una preselección como el Benidorm Fest y trabajar la promoción y los cambios en la producción de su candidatura, cuando Melody recibe muchos menos puntos de los profesionales de la música y la escenografía europeos (27 puntos) que los que ha obtenido este año una opción más paródica que artística como es la de Estonia y su Espresso Macchiato: 98 puntos de los 356 puntos que logró fueron del jurado profesional. Lo mismo se aplica al voto popular, en el que Estonia ha logrado gracias, entre otros, a sus vecinos bálticos, 258 puntos frente a los 10 de Melody.
¿Afectarán las tensiones entre RTVE y la UER?
España es miembro del Big Five. Son los cinco países que más dinero aportan a la UER. Le acompañan en el selecto grupo Reino Unido, Francia, Italia y Alemania. Por su apoyo financiero, tienen el privilegio, junto al país anfitrión, de pasar directamente a la final.
La relación entre RTVE y la organizadora de Eurovisión es tan sólida que Ana María Bordas, jefa de la delegación española por parte de la cadena pública desde 2017, fue elegida en marzo por unanimidad presidenta del Grupo de Referencia de la UER para Eurovisión. Es el órgano encargado de supervisar, aprobar y tomar decisiones clave sobre la organización y desarrollo del certamen. Bordas llega al puesto este junio, después de haber gestionado con éxito el Eurovisión Junior 2024 en Madrid.
La postura crítica de España con la intervención militar de Israel en Gaza pasa por la petición que envió RTVE en abril a la UER para debatir sobre la participación del país en el concurso. Se unieron otras delegaciones, como Eslovenia, Islandia e Irlanda.
Los comentaristas de RTVE, Julia Varela y Tony Aguilar, recordaron esta petición el pasado jueves en La 2, durante la emisión de la segunda semifinal del festival. También mencionaron, mientras transcurría el vídeo de presentación de la candidata israelí, las más de 50.000 víctimas civiles por los ataques en Gaza, de las que más de 15.000 son niños, según los datos de Naciones Unidas.
A pesar de especificar que el mensaje no iba dirigido a ningún país en concreto, la KAN, cadena pública de Israel, elevó una queja formal a la UER en el mediodía del viernes. Horas después, los responsables de Eurovisión se pusieron en o con RTVE para solicitar lo que puede leerse en el escrito enviado en una conversación en la que “no hubo margen de negociación”, cuentan a este periódico fuentes cercanas al ente público.
El viernes, el presidente del Grupo de Referencia de Eurovisión, el suizo Bakel Walden, al que va a relevar Ana María Bordas en junio, y el sueco Martin Osterdahl, supervisor ejecutivo del certamen, enviaron una carta firmada a la propia Bordas amenazando con “multas punitivas” para España si RTVE repetía las referencias al conflicto de Gaza en la retransmisión de la final de este sábado. El organismo sigue defendiendo que el festival es un evento apolítico, aunque infinidad de situaciones y de decisiones apuntan justo a lo contrario, como hemos visto en la política de reparto de puntos.

La cadena pública decidió comenzar la emisión de la final con un claro pulso a la UER. Sobreimpresionó justo al inicio un cartel en el que se leía, en español y en inglés: “Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina”. “When Human Rights are at stake, silence is not an option. Peace and Justice for Palestine”. El mensaje se compartió en las cuentas oficiales de RTVE y en la personal de su presidente, José Pablo López.
Una de las grandes críticas que han recibido los organizadores del festival en las dos últimas ediciones ha sido su permisividad con respecto a Israel. El principal patrocinador de Eurovisión es Moroccanoil, una empresa de cosméticos que, a pesar de su nombre, es de propiedad israelí. Está por ver si, finalmente, decide enfrentarse a España, uno de los cinco países que más aportación económica hacen al festival.
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